Por Chang Yong Rhee
(English)
Por primera vez que se recuerde, se prevé que el crecimiento de Asia se contraiga un 1,6%, una revisión a la baja respecto de la proyección de crecimiento cero de abril. Aunque el crecimiento económico de Asia en el primer trimestre de 2020 fue mejor de lo proyectado en la edición de abril de Perspectivas de la economía mundial—en parte debido a la estabilización temprana del virus en algunos países—, las proyecciones para 2020 de la mayoría de los países de la región se han revisado a la baja debido al debilitamiento de las condiciones mundiales y al prolongamiento de las medidas de contención en varias economías emergentes.
En ausencia de una segunda ola de contagios, y con un estímulo de la política económica sin precedentes para respaldar la recuperación, se prevé que el crecimiento de Asia se recupere con fuerza hasta el 6,6% en 2021. Pero aun con este rápido repunte de la actividad económica, las pérdidas de producto derivadas de la COVID-19 persistirían. Proyectamos que el producto económico en 2022 será aproximadamente un 5% inferior al nivel previsto antes de la crisis; y esta brecha será mucho mayor si excluimos a China, cuya actividad económica ya ha comenzado a recuperarse.
Nubes en el horizonte
Nuestras proyecciones para 2021 y los años subsiguientes asumen una fuerte recuperación de la demanda privada; sin embargo, estas proyecciones podrían ser optimistas por varias razones:
- Menor crecimiento del comercio. Asia es muy dependiente de las cadenas mundiales de suministro y no puede crecer mientras el mundo entero está sufriendo. Se prevé que el comercio asiático se contraiga de forma significativa debido a una demanda externa más débil, y se proyecta que, en Japón, India y Filipinas, el comercio total (exportaciones más importaciones) disminuya aproximadamente un 20% en 2020. Ya ha dado comienzo la reorientación del modelo de crecimiento de Asia hacia la demanda interna y lejos de la fuerte dependencia de las exportaciones, pero completar esta reorientación llevará más tiempo.
- Confinamientos más largos de lo esperado. Aun cuando las medidas de confinamiento se relajen por completo, la actividad económica no volverá a su capacidad plena, debido a los cambios en los comportamientos individuales y a las medidas establecidas para mantener el distanciamiento físico y reducir los contagios. Nuestro estudio reciente muestra que, si bien un confinamiento puede dar lugar a una contracción de la actividad económica—medida en términos de producción industrial— de aproximadamente un 12% mensual, una retirada completa de las medidas de contención aumentaría la actividad económica en solo un 7% aproximadamente. Además, muchas economías asiáticas, en especial los países de las islas del Pacífico, dependen del turismo, las remesas y otros servicios que requieren el contacto en persona y que necesitarán mucho más tiempo para recuperarse.
- Aumento de la desigualdad. Las desigualdades ya habían aumentado en Asia; nuestra reciente investigación muestra que pandemias anteriores dieron lugar a un aumento de la desigualdad de ingresos y perjudicaron las perspectivas de empleo de quienes tienen un nivel educativo limitado. Estos efectos se agravarán en Asia debido a la gran proporción de trabajadores informales, lo que hará que la recuperación sea más prolongada.
- Debilidad de los balances y tensiones geopolíticas. La debilidad de los balances empresariales y de los hogares en muchos países asiáticos puede pesar negativamente sobre la actitud de los inversionistas y ampliar el efecto del aumento de la incertidumbre asociada con las tensiones geopolíticas.
Aunque no todos los acontecimientos recientes han sido negativos. Muchos países asiáticos han sido capaces de suministrar un importante apoyo de política monetaria y fiscal, generalmente en forma de garantías y préstamos a hogares y empresas. También, el descenso de los precios del petróleo y la mejora de la actitud del mercado y de las condiciones financieras están contribuyendo a la recuperación. Sin embargo, estos factores podrían no durar. Por ejemplo, nuestra reciente actualización del Informe sobre la estabilidad financiera mundial advierte que un ajuste brusco de las condiciones financieras —que corrija la desconexión actual entre los mercados financieros y otras partes de la economía— podría aumentar unos costos de endeudamiento ya elevados para muchos mercados preemergentes y países de bajo ingreso asiáticos, en particular los países de las islas del Pacífico.
Políticas para la recuperación
Los países asiáticos están llevando a cabo una reapertura, y las políticas deben dirigirse a respaldar la recuperación incipiente sin empeorar las vulnerabilidades. Debe hacerse un uso inteligente del estímulo fiscal y complementar este estímulo con reformas económicas. Entre las prioridades figuran:
La coordinación estrecha entre la política monetaria y fiscal. La política monetaria debe contribuir a asegurar el flujo de crédito a los hogares y las empresas. Los países con mayores limitaciones fiscales también podrían hacer un uso más flexible del balance del banco central y apoyar con firmeza y de manera transparente la concesión de préstamos bancarios a las empresas más pequeñas. Frente a las grandes salidas de capitales, los descalces de los balances y el limitado margen de maniobra de la política macroeconómica, podrían ser necesarias medidas temporales relativas a las salidas de capitales.
La reasignación de recursos. Que la recuperación sea robusta depende de la salida de la actual fase de apoyo y el paso hacia nuevas políticas que aseguren que los recursos se reasignen de forma adecuada más allá del objetivo inicial de prevenir quiebras de empresas que ya operan en el mercado y, de esta manera, fortalezcan la solvencia de las empresas. Por ejemplo, aplanar la curva de las quiebras mediante la racionalización de los marcos de restructuración e insolvencia; asegurar que los bancos tengan una capitalización adecuada, y facilitar aportaciones de capital a empresas viables y capital de riesgo a nuevas empresas.
Hacer frente a las desigualdades. Debe extenderse el acceso a los servicios básicos y de salud, a las finanzas y a la economía digital. Deben expandirse las redes de protección social para ampliar la cobertura de los seguros de desempleo a los trabajadores informales. Para abordar el problema de la informalidad generalizada serán necesarias reformas integrales de los mercados de trabajo y de productos que mejoren el clima empresarial y eliminen gravosos obstáculos jurídicos y regulatorios (en especial, para las empresas emergentes), así como políticas que racionalicen el sistema tributario.
Apoyo del FMI
Desde el inicio de la pandemia, el FMI ha ofrecido asesoramiento de política económica, asistencia financiera y otros tipos de apoyo —incluidas iniciativas virtuales para mejorar las habilidades y desarrollar las capacidades de los funcionarios públicos— a todos sus países miembros. Hasta la fecha, el FMI ha suministrado apoyo de emergencia a 7 países de la región de Asia y el Pacífico, y otros países han expresado su interés en nuestros instrumentos de financiamiento de emergencia. Dada la gran incertidumbre que nos espera en este momento, los países con sólidos fundamentos económicos podrían considerar el uso de las líneas de crédito precautorio del FMI, como son la Línea de Crédito Flexible y la Línea de Liquidez a Corto Plazo, para protegerse frente a una escasez repentina de liquidez externa. En este sentido, S&P Global y Fitch han publicado notas en las que se afirma que los servicios financieros como las líneas de crédito precautorio del FMI podrían amortiguar los efectos de shocks negativos en las economías y respaldar las calificaciones.
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