“¿ Para cuando el novio Anita?”, “Sobrina, se te va a ir el tren hijita, ¿ya?”, “Yo conozco al hijo de mi amiga del colegio que también esta soltero y tú estas soltera y él es soltero, entonces los dos están solteros, entonces, dime tú y yo lo hago posible, dime”
Mis tías son lo máximo, las amo, en serio, las amo como son, así, pesadas, tradicionales, chapadas a la antigua pero súper regias y fashion siempre. Sé muy bien que todo lo que me dicen, lo hacen con buena intención y para mi eso es lo que cuenta. Los tiempos de mis tías eran otras épocas en las que si no te casabas y tenías hijos antes de los 30, algo definitivamente mal andaba contigo. En la “antiguedad”, casarse era casi casi mandatorio y no una elección. Tampoco digo que todos los matrimonios del pasado hayan sido todos una condena u obligación perpetua; imagino que también existen aquellas historias de amor hermosas reflejadas hoy en dos viejecillos cuidando el uno del otro a lo “Up”.
Con éste artículo no pretendo ser Alessandra Rampolla ni la terapeuta del momento, no soy Sexóloga ni Psicológa y éste artículo nació porque por alguna razón, las mujeres en general, además de pedirme consultas profesionales, también me piden consejos personales, lo cual no puedo brindarte ya que no sería responsable ni profesional de mi parte hacerlo, sin embargo lo que sí puedo hacer es escribir éste artículo un poco autobiográfico o testimonial si lo quieres llamar así, para compartir contigo como o cual es la visión de lo que yo personalmente tengo de la vida y el amor a mis 33 años. Con éste artículo, tampoco pretendo inducirte a que no/nunca te cases o que te separes y mucho menos divorcies. Simplemente es un escrito que te invita a que abras tu mente, sin prejuicios y miedos para que puedas reflexionar sobre el tipo de felicidad que tu quieres y mereces sin importar el qué dirán. Deseo para ti libertad para ser y hacer lo que tu quieras hacer, porque considero que somos un milagro, cada uno de nosotros lo somos, desde que tus padres se conocieran, te tuvieran, nacieras y vivieras para estar aquí, ya es un milagro y tiene sentido que si estás aquí, debas ser feliz ( feliz de verdad, no en apariencia) y si no lo eres, buscar la manera de serlo. Antes de leer el artículo, te sugiero a que te quites los juicios preconcebidos de todo lo que conoces o crees conocer y abras tu mente, pero sobretodo tu corazón. ¿Listo(a)? Ahí Vamos
*** Si te gusta el vino tanto como yo, te sugeriría servirte una copa mientras lo lees y saborear éste artículo que tanto me ha gustado escribir para mi y que deseo compartir contigo en la comodidad de tu casa*
Las Solteras son amargadas
Éste es uno de los peores estereotipos que he escuchado y escucho hasta ahora, increíble pero cierto. La sociedad puede ser tan contradictoria y tan doble moral a veces que me asusta vivir bajo sus términos, perdiendo los míos. ¿Desde cuando ser soltera te hace ser amargada, perdedora, infeliz y fracasada?, ¿ quién dice?, ¿ la sociedad?, ¿tú?, ¿ellos?, ¿Desde cuándo ser soltera significa estar sola? Te aseguro que ser soltera no es sinónimo de estar sola. Estar “sola” tampoco significa algo malo, bueno, depende de cómo lo veas. Hay una diferencia abismal entre “estar sola” y “sentirme sola”. Me encanta estar sola, porque me permito estar conmigo, en mi mundo, mis audífonos, mis libros y mi música de los ochentas; como también me he sentido sola en una relación de pareja y fue desgarrador. Estar “sola” no debería ser algo malo ni feo, si no un un espacio para ti de conocerte mejor. Dicen que uno nunca termina de conocer a las personas y estoy de acuerdo con eso ya que cada día, aprendemos algo nuevo y estamos en constante cambio. Que mejor que usar ése tiempo para ti y aprender de ti también. Recuerda, nunca estas verdaderamente sola(o), estas contigo siempre. De hecho, muchas de las relaciones que fracasan es porque nunca antes se atrevieron a estar solos(as), entonces se crea una especie de rutina en la que “para estar bien/equilibrado” debo estar con alguien siempre, sin breaks ni espacios para mi, en donde <Si no estoy con alguien, me siento ansioso(a) y empiezo a llenar el vacío de no saber gestionar mi soledad con cualquier otra persona que esté dispuesto(a) a darme atención>, conformándote con lo que sea que encuentres sin poder elegir realmente a quien quieres al lado tuyo, logrando generar una serie dependencia emocional hacia estar con alguien siempre, confundiendo el amor con apego.
Hace algunos años, me pidieron matrimonio y dije que no. Quiero abrir un paréntesis aquí y dejar en claro que no es que sea lesbiana como alguna vez me dijo un “machista herido” por haberle rechazado (con todo el respeto a las amigas lesbianas, homosexuales, transexuales, bisexuales, pansexuales y demás etiquetas que vayan con tu orientación sexual: que te quede muy en claro que respeto a todas las personas, sin juicios siempre. No tengo que ser gay para defender la orientación sexual de la gente y si lo fuera, tampoco tendría nada de malo, sería la primera en decirlo públicamente y a mucha honra, sin embargo, no es el caso), volviendo al primer párrafo, dije “no acepto … todavía”, porque simplemente no estaba preparada y tampoco se sentía bien en ése momento. Recuerdo que con la primera propuesta, tenía 24 años y decirle que si, implicaba irme a otro país, vivir allá, embarazarme casi instantáneamente y formar una linda familia a lo Ingalls, lo cual suena y me sigue pareciendo un buen plan pero el timing no era el adecuado para mí, tenía 24, no 33 y tenía muchos planes en mente para mi, además de formar una familia también. Ésta primera experiencia me deja como lección que no es que no estuviera enamorada lo suficiente de aquel novio, si no que también se trata del famoso Timing. El tiempo no era el adecuado, él tenía 33 y yo 24 con una mochilasa cargadasa de sueños personales y profesionales que quería cumplir antes de formar una familia. En ésta historia no hay culpables ni víctimas, solo personajes que aprendieron a amar y también a dejar ir. La segunda vez que me pidieron, fue revelador. La respuesta instantánea y “correcta” hubiese sido “si mi amor, claro que sí”, teniendo en cuenta que ya teníamos como 3 años de relación, pero ésa claramente no fue mi respuesta. Con aquel novio, aprendí que no porque me lleve bien con alguien, significa que sea el amor de mi vida. Aprendí que era feliz, pero de una manera rutinaria en la que dejábamos que pasara la vida, auto-convenciéndonos que éramos el uno para el otro, pero que en el fondo, sabíamos que no. Dicen por ahí que cada quien se engaña con la mentira que le conviene, yo me engañe muchas veces y él también. Lo que rescato de aquí es la libertad que experimentas cuando la verdad te salpica en la cara, al principio duele y choca, no lo negaré, pero una vez que la verdad se libera, se siente tan refrescante, tan rica y catártica a la vez que cuando te das cuenta de tus verdaderos sentimientos, te liberas y las piedras/rocas de tu mochila se caen, haciéndola más ligera y libre para empezar de nuevo.
Tengo miedo de casarme y no me averguenza decirlo
No lo negaré, cuando era niña y jugaba con mis barbies, siempre hacia que Ken se casara con Barbie y después de casarse, los ponía en su carro, para irse a su casa y tener pequeñas barbies y pequeños kens. Ése era mi juego de la casita y debo de admitir que me gustaba mucho y lo disfrutaba también. De niñas, nos enseñan muchas cosas, entre ellas a que “el príncipe azul” de verdad existe y que siempre vendrá a tu rescate cuando lo necesites y yo me preguntaba ¿ y que pasa si el “príncipe azul” necesita también ayuda?, ¿Será que podemos ir a rescatarle también?Sobre ésta reflexión, recuerdo que hace un tiempo, un primo mío me dijo (seguramente con muy buena intención, no lo dudo, lo siguiente); “Anita, cuando el príncipe azul tiene problemas, los resuelve él solo o con otros príncipes azules, tu no te preocupes, él lo resolverá” (jajajaja), sobre ésta pequeña anécdota no puedo dejar de sonreír y de reír al mismo tiempo. ¡Que gran responsabilidad y expectativa tienen los hombre por Dios! ¡ Qué difícil debe de ser, siempre pretender ser el héroe del día y aparentar no necesitar ayuda alguna! Sin duda, que agotador debe de ser, <ser hombre>. Hace poco tuve una conversación con una amiga y me dijo que se sentía triste porque ya tenía 30 y se supone que ya debería estar casada o por lo menos con un novio serio/formal para poder casarse en unos años y tener hijos a tiempo para poder ser una madre relativamente joven. A todo esto, le pregunté ¿ Por qué te quieres casar? y me dijo lo siguiente: “Porque ya me toca Ana, tengo 30 y es lo que se supone que me toca hacer ahora”. La respuesta automática no fue “Quisiera enamorarme de alguien, amar y sentirme amada”, no digo que mi amiga no quiera eso, seguramente que si, pero voy al hecho de que la primera respuesta en automático no fue el sentimiento del amor en sí mismo, si no el ritual externo de la gran boda que debemos de cumplir para satisfacer los sueños de la sociedad y que hemos adoptado de manera inconsciente y consciente también.
Los previos del amor, se llama ilusión que es una delicia, todo es hermoso, las llamadas, los mensajes, los encuentros, los besos, el sexo, los viajes, la pasión, todo es increíblemente fantástico y nuevo. Sin duda el enamoramiento es así, es un apareamiento químico precioso que parece estar fuera de control y nos encanta. El tiempo pasa, los días, los meses, los años y lo nuevo ya no lo es, viene la rutina, el cansancio, los reclamos, las quejas, las discusiones, la pesadez de siempre encontrar lo mismo; la misma persona que vez cuando despiertas, cuando comes, cuando viajas, cuando caminas …. y te aburres, pero no lo dices, te lo guardas, lo acumulas, lo resientes y te quedas ahí, viviendo por vivir en una dinámica de “mejor no decir nada, para evitar discutir”, en donde la vida pasa y tu vida también. Escuché por ahí que casarse es una chambasa, no lo dudo. Y es que mantener la ilusión, la química, la admiración, mientras pasan los años, debe ser una chambasa que no todos están dispuestos a trabajarla y no es que sean “malos(as)”; creo que a veces simplemente nos equivocamos al elegir y por más que intentemos “trabajar en la relación” e “ir a miles de psicológos/psquiatras de pareja”, la compatibilidad y la química natural no miente y es nuestra responsabilidad aprender a reconocerlo a tiempo, por nosotros(as) mismos(as) primero. A veces, dejar ir es el acto de amor más valiente que debes atreverte a dar.
¿ Por qué nos casamos y somos infieles?
Una de las razones también que hace que sobre-piense, analice y reflexione sobre si debo casarme o no, es el miedo que tengo a que me engañen, me traicionen, si, que me sean infiel. Por naturaleza, somos instintivamente polígamos ( por favor, no me mal entiendas, no justifico la infidelidad ni a los infieles por nuestra naturaleza animal), sin embargo lo que deseo expresarte es que entiendo en cierta medida el por qué las personas podrían ser infieles. He escuchado a mucha gente decir también que la infidelidad ya sea por parte del hombre o de la mujer es sólo el resultado (como ver la punta del iceberg) de un matrimonio que ya estaba mal (otra vez, no los justifico infieles, pero casi siempre todas las personas lo dicen, será por algo ¿no?) Recuerdo un debate muy interesante en una reunión de amigos en donde hablamos sobre los tipos de infidelidad que existen y coincidimos que habían dos tipos; el primer tipo era la infidelidad netamente sexual, en donde hombre o mujer sacaban los pies del plato por una atracción puramente física; el segundo tipo implicaba no sólo sexo, si no sentimientos también, por ende era una infidelidad más peligrosa porque lo podría cambiar todo. En el mismo debate, hablamos sobre las diferentes posibilidades de disminuir el riesgo de ser infieles y una amiga propuso las famosas “relaciones abiertas” que al parecer están de moda, en donde una pareja acepta su amor como libre literalmente y tienen “el permiso” de que si les atrae otra persona fuera de la relación, poder ir más allá de un coqueteo y tener algo con esa persona. De ésa manera, ambos están en las mismas condiciones, sin presiones, ataduras y libertad literal para hacer lo que quieran. Éste último tipo de relación liberal de pareja me parece válido, sin embargo me resultaría muy difícil aplicarlo en la realidad, tengo la mente abierta, pero no tan abierta todavía creo. Aunque no se aplique a mi caso, debo decir que respeto y admiro a las personas que han decidido llevar éste tipo de relación abierta, porque en vez de engañarse, han decidido vivir en un ambiente más congruente, real, auténtico y menos hipócrita e infiel.
La falta de autoestima de muchas mujeres y hombres también hace que aceptes ser “el otro(a)” en relaciones ocultas que al final de cuentas no tienen buen fin, porque siempre sales herido(a). Te cansas de ser segundo plato, pero no abandonas la mesa. ¿Total? Decídete, ¡Abandona ahora mismo esa mesa! Hay un bufete de mil variedades, platos y mesas que probar todavía. Métetelo bien en la cabeza, tu eres el Plato Principal siempre, ¡Vamos a la Bisteca y Vamos a comer! Hagas lo que hagas, haz las cosas bien, de manera correcta. Ser infiel solo te hace vivir una vida paralela infeliz, en la que estas en constante riesgo de perderlo todo siempre. He escuchado de casos en los que durante el matrimonio, sucede también que te puedes enamorar de verdad de otra persona y que tanto hombres como mujeres han decidido separarse/divorciarse formalmente de la pareja, para arriesgar y construir una nueva vida con la otra persona, en algunos casos funciona, en otros no, como digo, atreverse a amar de verdad es un riesgo, una lotería, un saltar del paracaídas que no te asegura que vaya a abrir. Solo saltas y ya. Lo peor y lo más egoísta que puedes hacer contigo mismo(a) es pretender estar bien con las dos personas implicadas, en una historia de mentiras que solo desgastan ambas relaciones.
La princesa también puede rescatar al príncipe y pagarle la cena de vez en cuando.
No por ser soltera o haber elegido ser soltera en ésta etapa de mi vida, me deprimo, envidio o quiero matar a la amiga que se va a casar, para nada, por lo contrario, creo que soy una de las invitadas más felices de la fiesta que disfruta desde el vals de los novios y la hora loca del mundial. De hecho, Cuando mis amigas me dicen que se van a casar, nos miramos y automáticamente gritamos o mejor dicho, chillamos de alegría y emoción por la noticia. Ser soltera no implica desearle el mal a las mujeres/hombres que han decidido dar el sí, arriesgando su vida por una aventura llamada matrimonio, reitero mi admiración a los valientes que se atreven a casarse. Aún no tengo claro si me voy a casar o no de la forma tradicional que se espera, con el famoso vestido blanco y es que tengo todavía tantas preguntas, desde por qué el color del vestido de novia es blanco y no turquesa. Investigando por Internet, encontré valiosa información en un site que se llama “Aleteia”, en la que cuentan que el color blanco se impuso como una moda en Inglaterra, a raíz del matrimonio de la Reina Victoria en la primera mitad del siglo XIX, quien se casó de blanco. Hasta entonces, sobre todo en la realeza, se acostumbraba usar vestidos de colores más o menos vivos. El vestido blanco y la boda en sí misma de aquella reina impactaron tanto en la sociedad europea, que las novias, sobre todo las occidentales, quisieron imitarla. Es así que muy pronto, el color blanco se convirtió en símbolo de distinción, clase y de alto poder adquisitivo, consagrándose de ésta manera como el color predominante para las ceremonias nupciales.
Si tienes más de 30 años y no te has casado, ¡Suerte!
Pareciera que hay un estigma sobre los solteros, (hombres y mujeres) que aún no se casan, pasado el umbral treintón. Si eres hombre, los apelativos sobre la orientación sexual del implicado no se harán esperar, poniendo en duda su masculinidad con comentarios como éstos: “Seguro no se casa porque es homosexual”; en las mujeres solteras de más de treinta, los apelativos que nos invaden son de dos bandos, el primero es un sentimiento de consuelo hacia nosotras, como si sintieran lástima, a través de comentarios como éstos: “¿Todavía no se ha casado?, pero si es bonita, que pena”; el segundo bando es un sentimiento de que algo malo sucede con nosotras y es por nuestra culpa que no conseguimos un hombre, a través de comentarios como éstos: “Es que esa chica tiene un carácter muy fuerte, nadie la va a soportar así”, entre otros mensajes que nos hacen ver como víctimas del sistema en el que damos pena por no haber logrado casarnos y al mismo tiempo, somos culpables de la situación por no haberlo logrado tampoco.
Ser Soltera entonces resulta ser más complicado de lo que es en realidad, porque no sólo es “tu decisión”, si no al parecer (si los dejas), también la de ellos (la sociedad) . Nadie quiere ser percibido como el “diferente”, “el raro”, el “que no encaja”, el “fuera de serie”, “el puntito rojo” que friega la armonía del sistema, entonces pareciera que tenemos dos caminos por elegir:
A.- Ser lo que nosotros(as) queremos ser a nuestro tiempo, ritmo, espacio y lugar cuando nosotros(as) decidamos hacer lo que queramos hacer, en éste caso, casarnos (si es que queremos hacerlo)
o
B.- Adaptarnos al sistema y hacer lo que el sistema nos dice, como casarnos porque es el siguiente paso “natural” de la vida hacerlo o al menos eso es lo que nos hacen creer.
Lamentablemente la mayoría de personas escoge la opción 2, sin pensar en las consecuencias de sus decisiones, solo por encajar en lo que “Simón dice que hagas” y sentirte aprobado y/o validado en la sociedad. El problema no es que te cases, el problema aquí es que lo hagas por las razones incorrectas o estar inseguro(a) sobre el tema e igual hacerlo por presiones externas a ti.
El amor y el Timing
Al amor le interesa un bledo el Timing. He tenido amores de años que me ha tomado un par de meses superar, como también he tenido amores de meses que me ha costado apróx un año olvidar. Si, el amor como la vida, es complejo, lleno de grises y cambiante. Siempre digo que es de valientes, atreverse a amar de verdad, los aplaudo, me aplaudo. Me gusta leer sobre el amor, pero también me gusta experimentarlo en propia piel y aprender de mis amores, pero sobretodo de los desamores que tanto duelen pero que a la vez tanto enseñan en éste caótico mundo de la vida.
Indagando sobre qué verdaderamente significa el amor, recibí muchas respuestas que asocian al amor con sacrificio, trabajo, lucha y perseverancia y hasta cierto punto tiene sentido ya que si el amor es complejo, lleno de grises y cambiante, suena lógico trabajar, luchar y perseverar por el mismo ante cualquier circunstancia que ocurra con tal de salvarlo. Sin embargo debo decir sin sonar “Grinch”, ¿ Hasta que punto debemos de seguir luchando?, ¿ Si dejamos de luchar, somos malas personas? Sobre ésta pregunta, una vez me respondieron así: “Creo que dejaría de luchar si es que hubiera violencia física, ahí creo que se acaba todo” y no puedo estar más de acuerdo con ésa respuesta, sin embargo ésta respuesta es la que me plantea la siguiente pregunta: ¿Tienes que esperar a que haya violencia física para separarte/divorciarte de alguien que ya no amas?, ¿ Somos malas personas por decidir separarnos/divorciarnos porque simplemente ya no somos felices? Como les dije al inicio de éste artículo, la intención de éste artículo es reflexionar sobre nuestro propio mundo, éste artículo no tiene las respuestas, yo tampoco, solo tú.
Conozco a parejas que se casaron ilusionados y se terminaron divorciando 2 años después, como también conozco parejas que llevan casados 20 o más años y parece que se casaron ayer, como también conozco parejas casadas que parecen dos extraños sobreviviendo su convivencia en una vida mediocremente feliz en donde sus excusas son interminables, desde , “que dirá la gente, mi familia, los amigos, el facebook” , “es que hemos estado tanto tiempo juntos que nos casamos pues” o “es que ahora somos padres y debemos de permanecer juntos y soportarnos por nuestro hijo”. Los hijos no deberían ser la excusa o pretexto perfecto para que un matrimonio infeliz siga. Tu pensarás ahora mismo, “lo sé Ana, pero no es fácil”, nadie dijo que lo era. Si en algún momento me llegara a casar, tengo hijos y me doy cuenta que no soy feliz en mi rol de esposa, al principio buscaría ayuda, le daría no una, mil oportunidades a la relación, si después de luchar contra lo inevitable, sigo igual, la opción sería la separación para luego terminar en el oficial divorcio, sin que eso implique que me haga la loca con mis hijos. Mucha gente confunde el divorcio con dejar de ser padre o madre. Divorciarse implica reconocer que no soy feliz con la pareja que tengo al lado, por ende me separo, para que ambos encontremos nuestra propia felicidad como hombre/mujer, pero eso no implica que si tenemos hijos, dejaremos de ser padres. De hecho, existen pruebas científicas que señalan que después de que matrimonios infelices hayan decidido separarse, son mejores padres. No me sorprende, cuando eres feliz y estas bien contigo mismo(a), puedes dar lo mejor de ti.
Existe mucho prejuicio con las personas divorciadas. Se les asocia como “perdedores”, “gente que no luchó lo suficiente por salvar su matrimonio”, o “Gente que no sabe comprometerse”. De alguna manera, entiendo a la perfección el sentimiento de tantas personas que en el fondo, saben que deberían separarse/divorciarse, pero que no lo hacen por el peso de la presión social si es que lo llegan a concretar. Los divorciados(as) no son los únicos que tienen la presión social sobre sus hombros, si no también los casados(as). Estar casado(a) significa ser feliz todo el tiempo y tener la “inteligencia necesaria” para poder tener un equilibrio de todo lo que pase a tu alrededor, entre los negocios, la casa, los hijos, la pareja, los viajes y las vacaciones y si no logras compatibilizar todo eso, entonces pues tienes un matrimonio fracasado y la “culpa” es tuya.
Si Acepto
Firmar el acto matrimonial, casarse de blanco, tener “la boda del año” o usar el anillo de oro más caro y resplandeciente del mundo, no te asegura absolutamente nada. Casarse es una apuesta, convivir antes, solo baja el riesgo, pero no determina el futuro de tu vida matrimonial. No importa si crees conocerlo(a) mucho tiempo, poco tiempo, hayas convivido o no, nada es seguro en el amor y quizás por eso le tengo tanto miedo, porque lo siento como hacer paracaídas, puede parecer seguro y de hecho quizás lo sea, pero siempre está la posibilidad de que el paracaídas nunca abra y termines en un árbol forestal de la zona con una pierna o demás órganos rotos… y el corazón también. Irónicamente es ésa incertidumbre del no saber que va a pasar que lo hace tan loco, tan único, tan mágico, tan adrenalínico, tan lindo, tan aventurero el viaje del amor y es que en serio, nunca sabes que va a pasar, por más que creas, nunca lo sabes, como la vida misma. Pienso que el amor es un sentimiento tan poderoso que no solo pasa una vez en la vida, porque si creo que te puedes enamorar más de una vez, en donde cada experiencia y cada amor es diferente. Conozco personas que se han divorciado y han vuelto a ser felices con otras parejas, también conozco personas que han perdido físicamente a sus pares y si bien es cierto fue duro al principio, con la ayuda necesaria han salido adelante y se han permitido volver a amar y ser amados. El amor está ahí siempre, lo peor que puedes hacer es reprimirlo y pretender usar su nombre en vano en apariencias y perderte vivirlo en vivo y en directo. Siempre lo digo, atreverse a amar es de valientes, ¿eres uno(a) de ellos(as)? …. ¿no? …. ¿qué esperas?
Más de una vez, he preguntado abiertamente ¿ por qué nos seguimos casando si la tasa de divorcios parece aumentar?, las personas que me contestan tienen diferentes respuestas, las optimistas me dicen que, no porque hayan muchos divorcios, no podemos perder la esperanza de que tu historia si funcione, lo cual me parece un discurso esperanzador e igual de válido; otra respuesta que me llamó la atención fue la de que la gente se casa para formar un hogar bien consolidado para y por los hijos, entonces el matrimonio es necesario para formar el equipo de familia que quieres enseñarle con el ejemplo a tus niños. Independientemente si es que me caso o no, me queda claro que quiero tener niños y más allá de enseñarles estructuras de religión, quisiera enseñarles lo que significa ser espirituales y que sientan el amor en su casa, con o sin padre. Conozco muchas personas madres/padres solteros(as) que se las han sabido ingeniar para formar su propio tipo de familia única, que no tiene que envidiar en nada a la familia tradicional. Hace 20 años, la televisión americana también sintió lo mismo que yo y sacaron al aire la serie exitosa “Tres por Tres”, en donde contaban la historia de un padre que perdió a su esposa, dejándolo aparentemente solo con 3 lindas niñas, la historia progresa y vienen al rescate dos amigos de él para ayudarle con la crianza, formando una familia igual de linda como cualquier otra familia tradicionalmente ideal. Con éste claro ejemplo, puedo argumentar que si quisieras ser mamá algún día, no tienes que necesariamente casarte con alguien para hacerlo. Hoy en día, hay tantas alternativas y opciones para nosotras para ser madres, independientemente si decidimos casarnos o no. Mucha gente cree que es “egoísta”, yo no lo creo así, de hecho, creo que es lindo poder saber que tienes opciones por tu cuenta, en caso no encuentres a la pareja indicada en el tiempo indicado, que conformarte estar con alguien sólo por ser madre, eso significaría estar usando a la otra persona implicada para conseguir tu objetivo de ser mamá y no estaría nada bien.
El amor no implica necesariamente casarse.
En caso decidas hacerlo, hazlo porque tu quieres, porque tu eliges hacerlo, no porque es algo que debas hacer, o que se espera de ti que hagas y mucho menos porque alguien te dijo que “ya se te está pasando el tren”, por favor si te lo dicen, tu responde lo siguiente: “Yo no voy en trenes, Yo espero el avión”.
Si es que algún día me llegara a casar, lo haré porque quiero, no porque la sociedad quiera; le quitaré “peso” al matrimonio y lo haré a mi manera, estilo y color también, porque mi vestido de novia sería de colores, porque un solo color no es suficiente para definirme o definir a cualquiera.
Y si luego de un tiempo, no funciona por el “resto de mi vida”, prometo no tratarme mal ni castigarme, por el contrario, prometo firmemente abrazarme siempre, decirme a mi misma que todo esta bien, que hice lo mejor que pude y que ahora debo aceptar lo que fue y es para seguir avanzando, porque lo mejor siempre está por venir.
Ani |
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