Decía el poeta César Moro que en todos
lados se cuecen habas, pero que en el
Perú “solo” se cuecen habas. La frase
cae a pelo si analizamos dos eventos (más bien sacudones) ocurridos en días
pasados.
Por un lado el tema petrolero, ligado a
la intención de compra de los activos de Repsol por parte del Estado, y por
otro la gresca, con revistazo y patada incluida, en la que se vio involucrado el
embajador de Ecuador en Lima
Pero este no es un blog de política, así
que analicemos ambos casos desde donde nos toca; es decir, en qué momento la comunicación debe dejar de
ser un simple intercambio de ida y vuelta de palabras e ideas (y en estos casos
de metidas de pata), para pasar a ser un proceso pensado y estratégico.
Vamos por partes:
1. El caso Repsol (o el
arte de convertir a un presidente en “Cosito”)
No voy a debatir si hace bien o mal el
gobierno en analizar algunos campos de acción en los que podría tener presencia
empresarial mixta y en minoría. El
problema es que en esta frustrada operación no hubo nunca un canal oficial que
emitiera un mensaje claro y sencillo.
“Estamos evaluando la compra y tomaremos
la decisión sobre fundamentos técnicos y económicos, sin salirnos de lo
dispuesto respecto al rol subsidiario del Estado”. Nada más, eso esperábamos
todos y hubiera sido suficiente.
Si
bien ese fue el tenor que mantuvo el presidente Humala en su entrevista
de hace dos domingos, su timing fue
fatal. Permitió una semana completa de
idas y venidas, una supuesta
renuncia del ministro Castilla (habría que preguntarse a quién le conviene
que se vaya el ministro antes de seguir el juego), desconfianza de los
inversionistas, etc.
Antes de ello solo rumores, una visita
de ejecutivos de Repsol a Palacio de Gobierno (que fue lo que disparó la
alerta) y el reglamento
de la Ley de Fortalecimiento de Petroperú aprobado, literalmente, entre
gallos y la media noche de un viernes.
En resumen, todos los elementos
necesarios para desconfiar de la operación. Es decir, nervio total.
Recomendación
1: en comunicaciones no hay espacios vacíos. Si decide
no hablar alguien lo hará por usted y, le aseguro, no podrá controlar lo que
digan, ni el ambiente que se generará. El silencio del Presidente es una
técnica preocupante, pues antes de hacerlo parecer
como el estadista (que definitivamente no es) que trabaja mucho y solo
habla en casos puntuales, genera ruido innecesario, desinformación y malentendidos.
A este ambiente de confusión habría que
sumar la reacción
destemplada de los gremios empresariales, encabezados por CONFIEP, cuyo
mensaje de cuasi estado de guerra (con regreso del velascato incluido) hacía
pensar que al día siguiente nos nacionalizaban hasta las medias. Asumo que, con
el paso de los días, el señor García Miró ya se dio cuenta que ha quemado un
puente con el gobierno muy difícil de restablecer.
Recomendación
2: evalúe a su audiencia y elabore mensajes
asertivos, antes de comunicar. Dudo mucho que al presidente, teniendo en cuenta
el carácter “chucaro” que aparenta, producto de su formación militar, le guste
que el sector privado lo cuadre a “periodicazos”. Dicho sea de paso, es curioso
el silencio de las AFPs quienes
invierten parte de su dinero y el mío en Repsol, una empresa que según
CONFIEP y todos los apocalípticos, está quebrada y es dueña de chatarra.
Mismo caso, similar preocupación. Pero no
se oye padre.
Finalmente, doña Nadine, dijo lo que todo
esperábamos y, al día siguiente, ¡oh, sorpresa!, la compra de Repsol no va.
Ello motivo comentarios como este,
de Jaime Bedoya en Caretas y divertidas caricaturas como la siguiente, que
inspiró el título de este post:
Carlin
(Para comprender la analogía debe ver este spot)
Recomendación
3: la comunicación debe estar centralizada en una
figura que transmita liderazgo, confianza y que esté empoderada, no solo desde
el punto de vista legal (condición que, en puridad, no tiene la primera dama),
sino que, por sobre todo, detente un poder factico (hay que reconocer que esto
a Heredia le sobra). Sin ese factor, su
mensaje no llegará a buen puerto.
2.
El embajador pegalón y el arte del figurettismo.
Nada justifica la agresión contra una
mujer. Aun cuando todo apunta a que el
primer agredido, en el Vivandagate, fue
el embajador Riofrío, la actitud de un diplomático de carrera, y de cualquier
caballero, debería ser el prudente repliegue y dejar que las autoridades se
encarguen; más aún si se goza de inmunidad diplomática.
Aceptemos que esto se salió de las manos
hace tiempo -dudo
que el retiro de embajadores evite el enfriamiento de relaciones-, pero
vale resaltar la poco feliz actitud de dos personajes cuya reacción echó el
primer fosforo a la parrilla.
El primero de ellos es el alcalde de
Magdalena, Francis Allison, quien en un acto chauvinista y poco oportuno, que
buscaba los flashes de cámaras y titulares, no tuvo mejor idea que lograr que
su Consejo declarara
ciudadano no grato en Magdalena a Riofrío. Habría que recordarle al alcalde
que hay cientos de problemas más importantes en su distrito, ¿o será que
Allison persigue con tanto interés a todo aquel que maltrata a una mujer en
Magdalena?
Por otro lado, la siempre correcta
ministra de la Mujer Ana Jara, elaboró, casi en caliente, una
cerrada defensa de la mujer peruana, en lugar de permitir que sea la Cancillería quien se pronuncie; peor aún,
llevó el tema a su propia cuenta Twitter.
(revisen sus tweets del 29 de abril).
Aquí cabe preguntarse si la culpa es enteramente de Jara, o de los colegas
periodistas que se han dado cuenta que la ministra es una vocero al alcance,
dispuesta siempre a declarar.
Recomendación
4: comunique cuando deba, no cuando le provoque
hacerlo. Analice bien cada situación y determine si su actuar no colaborara con
entrampar una situación de crisis y, peor aún, convertirse en un boomerang para
usted mismo y sus intereses. No actúe vanidosa o hepáticamente frente al primer
micrófono que tenga en frente.
Finalmente, aquí cabe resaltar, una vez más,
la falta de canales oficiales del gobierno; tal como ha ocurrido con el caso de
la “escueleada”
que le dio Rafael Maduro al canciller Roncagliolo, el gobierno ha preferido
mirar un poquito de lado, aparentemente con el objeto de no ganarse antipatías
en la región.
Por supuesto, nadie busca declararle la
guerra a nadie, y estos incidentes deben ser solucionados por las vías diplomáticas.
Pero sería bueno tener una posición oficial al respecto. El presidente Humala
tuvo la oportunidad de hacerlo el sábado, mientras entregaba obras en la región
San Martin. Prefirió el aplauso fácil y hablar a los jóvenes de la región
respecto a temas trascendentales, como son “tirar
trago” “aretes” y “mechoncitos”.
Para no terminar politizando este post,
le pido que extrapole estas situaciones y las compare con lo que ocurre muchas
veces con los procesos de comunicación en las organizaciones.
Acaso no son los rumores, los silencios
incómodos e inoportunos, el poco conocimiento de nuestro público, la falta de
canales oficiales, la vanidad o figurettismo
de algunos directivos, factores comunes que entorpecen nuestro trabajo de
comunicación.
Piénselo, quizás verse en el espejo de los grandes problemas
nacionales, y ponerlos a escala, sea la oportunidad de empezar a hacer que la
comunicación estratégica sea un factor que aporte valor a su organización.
Claro, también puede optar por flotar
como corcho y permitir que a usted también lo llamen “Cosito”.
Ps: pueden seguir en Twitter
@miguelon1321.
COMENTARIOS
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Interesante el post es cierto falta a nivel de gobierno una asesoria especializada en comunicación, aunque debemos tener en cuenta que el presidente no tiene una agenda clara respecto a que es lo quiere lograr del mismo modo que algunos ejecutivos frente a una meta dado no saben el camino a tomar para lograrla. Sin un norte claro no habra estrategia que comunicar.
recomendacion 1: efectivamente se escuda en su silencio que puede ser un efecto tipico de militar, pero no de todos los militares ojo! la presuncion del editor del blog es algo sesgada y no completamente objetiva. hay militares o militares retirados de alta graduacion que si sabrian expresarse muy bien.
recomendacion 2. respecto de Repsol es lamentable como se insiste en que el sector privado lo hace bien, cuando en la practica vemos que algunas empresas lo hacen mal. asimismo el sector privado salvo muchas excepciones fracasan olimpicamente pero no estan en los periodicos sensacionalistas, pero si el estado fracasa inmediatamente primera plana. El editor del blog es bueno siendo capitan del barco desde su blog una vez que pasaron las cosas, quisiera ver lo que haria si estuviera gobernando. lo estariamos criticando por otros motivos quizas pero lo criticariamos. Objetividad señores.
Interesantes apreciaciones Miguel, dada la coyuntura actual del país y las continuas muestras de que algo falla en el aparato estatal, es muy bueno el analizar cómo se lleva a cabo el proceso comunicativo, especialmente en las entidades que deben trasmitir con la mayor claridad sus mensajes. Equivocarse es humano, pero equivocarse como lo hacen muchas autoridades en el Perú requiere mucha práctica.
Concuerdo con Jaime (y contigo) en la afirmación de que las empresas privadas también fallan y no se hace un circo sensacionalista con ello, el asunto es que el estado está a la vista de todos y un error suyo genera un mayor impacto, ya hemos visto como se ven afectadas las tendencias económicas cuando el presidente u otra autoridad, dice algo o deja de decir muchas cosas.
Es común decir que nadie nace sabiendo hacer las cosas, sin embargo para un país como el nuestro que está tratando de meterse en el grupo de países desarrollados, urge evaluar bien a quienes nos representan y elegir nuestras autoridades ya no por un tema ideológico o de simpatías, si no con una mayor visión de su desempeño personal y profesional.
Un abrazo,
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Para comprar un carro usado tengo que evaluar, cómo está el motor, caja y otros y si le meto una reparación, cuanto me va a durar y si me devuelve la inversión y si el técnico o el mecánico me dice que no es posible que recupere mi inversión no lo compro. Para los mas taradinos, si no me cuadran los números no vá y si lo dice mi esposa bien, sabe lo que estoy haciendo porque nos comunicamos, eso es todo.
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