Jonathan Golergant, Rector de la UTP
La universidad no solo tiene la responsabilidad de formar profesionales competentes; también tiene el deber irrenunciable de formar ciudadanos comprometidos. En un país como el Perú, donde los desafíos estructurales de la democracia son persistentes, educar en valores cívicos no es un complemento: es una necesidad. Formar en ciudadanía es enseñar a respetar las instituciones, a valorar el estado de derecho, a rechazar el autoritarismo, a ejercer la libertad con responsabilidad, y a confiar en la posibilidad -tantas veces frustrada- de construir un país más justo, más libre, más democrático. Se trata de formar no solo profesionales capaces, sino también peruanos íntegros, con pensamiento crítico, sensibilidad ética y vocación cívica. En esta tarea, los grandes referentes culturales tienen un papel fundamental. Y entre ellos, pocos tan inspiradores como Mario Vargas Llosa. Su partida, nos exhorta a estar a la altura de ese compromiso.
Más allá de su innegable estatura literaria, Vargas Llosa fue un intelectual profundamente comprometido con la defensa de la democracia liberal. En sus novelas y ensayos, encontramos una poderosa lección sobre los peligros del poder sin límites, sobre los efectos corrosivos del caudillismo, del populismo, del fanatismo, y de la indiferencia. Vargas Llosa nos ha recordado, una y otra vez, que la democracia es frágil, y que debemos defenderla sin descanso.
Su defensa de la libertad individual es también una defensa de la dignidad humana. Su rechazo visceral a cualquier forma de autoritarismo nace de la convicción ética de que ninguna sociedad puede prosperar sin respeto a la ley, sin división de poderes, sin instituciones sólidas, sin ciudadanos libres y responsables.
Nos deja una obra monumental, que nos eleva y nos convoca a imaginar un Perú mejor, aún cuando parezca que las fuerzas del atraso, la corrupción o la indiferencia sean obstáculos difíciles de superar.
Desde el espacio universitario, ese compromiso con el Perú debe traducirse en acciones concretas: en cursos y programas que fortalezcan la formación cívica y la conciencia democrática, en espacios de debate donde se valore la discrepancia razonada, en la promoción de la comprensión crítica, y en el desarrollo de proyectos que conecten la investigación académica y los programas de responsabilidad social universitaria con los desafíos del país y sus distintas regiones.
Que el legado de Mario Vargas Llosa nos ilumine y, al mismo tiempo, nos exija. Que nos recuerde que construir una ciudadanía plena es un desafío constante, y que la educación es el vehículo fundamental para que la libertad y la democracia echen raíces firmes en nuestra sociedad.
COMENTARIOS
DEJE SU COMENTARIO
La finalidad de este servicio es sumar valor a las noticias y establecer un contacto más fluido con nuestros lectores. Los comentarios deben acotarse al tema de discusión. Se apreciará la brevedad y claridad.