Reconozco y reivindico la condición del adicto rehabilitado. Bien me decía mi padre “que solo Dios y los imbéciles no cambian”. Nadie podría empeñarse en la situación de igualar al Ser Supremo, ni menos permanecer en la aceptación de la imbecilidad sostenida.
En este país nos hemos conformado con ciertas coyunturas que nos llevan a la parálisis y a una triste -mediocre- letanía que, día a día, lleva a aceptar y conformarnos con lo mismo de siempre. Bajo el mantra cansino que repetimos: “qué vamos a hacer pues”, elevamos a la categoría de himno nacional el status quo que, por cierto, les conviene a algunos que sí lucran y viven de eso. A aquellos que ganan con el 20 % por cierto porque no pueden convencer a la mayoría, ni menos aspirar al consenso aplastante.
El país vive en crisis permanente porque nosotros la hemos generado. Todos, de alguna manera, directa o indirecta, empezando por quienes miramos los toros desde la barrera. Aun así, sostengo e insisto: tenemos que re inventarnos.
¿Por qué el Congreso no puede desaforar a un zamarro acusado de abusar de su poder para tener relaciones sexuales con una dependiente? ¿por qué permitimos que esto pase “piola” y nos olvidemos hoy o mañana de tamaña afrenta? ¿por qué la inteligencia y la policía el día 03 de enero no sacaron a 20 delincuentes en primera plana capturados por planificar actos vandálicos? ¿por qué no se toma acción decidida sobre todos los conflictos internos latentes que hay en el país antes de que estallen? ¿por qué nos vamos a los extremos en todo? ¿por qué proscribimos el dialogo oportuno y eficaz como signo de debilidad? ¿por qué entendemos que el orden solo se puede sostener mediante el abuso de la fuerza? ¿por qué no podemos ser finos e inteligentes (racionales y sensibles) en ambos contextos?
Y sigo ¿por qué nos conformamos con que la Fiscalía de la Nación haya sacado a un presidente manchado y no mueva un dedo para la reforma de la corrupción interna institucional? ¿por qué nos encantan los pronunciamientos o dichos en twitter? ¿por qué solo aspiramos a tener la razón o persuadir? ¿por qué no vemos que está crisis se solucionaría convocando de una vez a elecciones y cerrando el paso a los cretinos de la constituyente? ¿por qué no nos esforzamos en escuchar el reclamo del otro que quizá ve las cosas diferente? ¿por qué queremos criticamos a los estafadores de la constituyente y luego queremos solucionar todo con leyes?
Tengo muchas interrogantes como verán. Pueriles e inocentes todas porque siempre habrá alguien iluminado que me dirá con sentido cínico de la realidad: “no pues hermanito, eres ingenuo, así funcionan las cosas acá”. Pues sí, me resisto a la permanencia. Adopto por decisión de vida un espíritu reformista y, por qué no, rehabilitador. Necesitamos re inventarnos, y eso pasa por cuestiones muy simples: aceptar, asumir y luego actuar en consecuencia.
Algunos le llaman sentido de responsabilidad, otros, coherencia. Las barreras para el cambio son muy altas, la vergüenza -supuesta- de la aceptación, la vanidad que impide asumir y la pereza de actuar en consecuencia. A aquellos juzgadores permanentes de la “doble moral”, que somos millones y gran mayoría en el país, les digo mírense al espejo y júzguense.
Lima, 11 de enero de 2022
Eduardo Herrera Velarde
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