“Yo tengo ya todo organizadito en el sentido que unos están cumpliendo las metas presupuestales, están llegando, a usted lo miden así”, dice el detenido Zamir Villaverde al hoy prófugo exministro de Transportes y Comunicaciones Juan Silva en audios difundidos por los medios de comunicación.
Casi alineado con este “consejo de Zamir”, antes de pasar a la clandestinidad, el exministro señalaba desde Twitter: “Durante mi gestión como ministro se logró una importante ejecución presupuestal en el 2021, la mejor en los últimos 10 años en el sector. Me he dedicado a trabajar y hacer las cosas de manera correcta”
Esto último, además de ser falso (el porcentaje de ejecución en el MTC en 2021 fue de 86.6% cuando, por ejemplo, en 2017 fue del 89.6%), evidencia lo limitado e incluso contraproducente que resulta evaluar la gestión pública en función a qué porcentaje del presupuesto se gasta. Lamentablemente, desde hace ya varios años, parte importante de la evaluación de la eficiencia de los diferentes sectores y niveles de gobierno se limita a analizar qué porcentaje del presupuesto se logra ejecutar. No deja de tener razón Villaverde cuando dice “a ustedes los miden así”.
El problema está en que la ejecución presupuestal es apenas uno de los indicadores de un Estado eficiente. Una correcta y real evaluación de la eficiencia pública debe ir acompañada de otros indicadores y preguntas clave: ¿En qué se está gastando? ¿A quién se está beneficiando? El beneficio que estoy generando, ¿es el máximo posible o existen otras alternativas de inversión con las que podría generar mayor bienestar para la sociedad?
En un país con enormes brechas en acceso a servicios de calidad, que los distintos niveles de gobierno dejen grandes sumas de recursos sin ejecutar es sin duda preocupante. Por ejemplo, que en 2021 los Gobiernos regionales no hayan ejecutado 3 de cada 10 soles programados para inversión pública es alarmante. Sin embargo, más grave aún resulta gastar por gastar. Peor aún si parte de esa ejecución corresponde a obras en las que se han pagado comisiones ilegales o coimas.
Con la intención de profundizar el análisis sobre el desempeño en la ejecución del presupuesto público, en el eje Estado eficiente del Observatorio del Bicentenario tomamos en cuenta una serie de indicadores que permiten analizar con mayor profundidad el tema. Por ejemplo, se pueden revisar el porcentaje de las convocatorias públicas declaradas nulas o desiertas; el porcentaje de obras paralizadas, la atomización de los proyectos de inversión, la incidencia de la corrupción, entre otros.
Es importante empezar a ver y analizar más allá de la ejecución presupuestal. Caso contrario, corremos el riesgo de que esta evaluación se convierta en un incentivo perverso para lograr ejecutar más, sin importar en qué y cómo.
Realizado por: Nicolás Besich, investigador principal de Videnza Consultores
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