Inversiones Globales

Carlos Palomino Selem

Papa Francisco, Inclusión Económica y Mercados Financieros Globales

El cuarto domingo de noviembre, día de la Solemnidad de Cristo, Rey del Universo, el Santo Padre Papa Francisco (Jorge Mario Bergoglio) presentó al mundo, en la Plaza del Vaticano, no sólo los restos de San Pedro, quien vió resucitado y conoció a Jesucristo (El Señor y El Maestro) como le decían los 12 hombres que lo siguieron; sino también, su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium; donde el Santo Padre coloca el tema económico (Capítulo IV, tema II) entre uno de los aspectos vitales para el desarrollo de la humanidad.

El Papa hizo referencia a la economía de mercado, la distribución del ingreso y la especulación financiera; no desde un enfoque populista, ni revolucionario; sino, desde el mensaje que Jesucristo nos trajo hace poco  más de 2000 años (“Os ameis … como yo os he amado.., Juan 15,12 ). Los invito a que pasemos a flexionar algunos párrafos de la exhortación desde una perspectiva de la economía y las finanzas.

Como puede ser de conocimiento, el banco estadounidense J.P. Morgan Chase informó el 15 de Febrero del 2013 que cerraría una cuenta proveniente de la Santa Sede del Vaticano en Italia, se refería a una cuenta del Instituto de Obras Religiosas (IOR). Para esto ya el Papa Benedicto XVI venía de tomar decisiones sobre el problema financiero del Vaticano.

El Papa Francisco asumió su papado conociendo la problemática de la Iglesia Católica, y consciente de tomar las decisiones necesarias para contribuir gradualmente a la transparencia en el plano financiero de las cuentas vaticanas, establecer auditorías y adoptar una postura sobre los responsables (sacerdotes) que se vieron implicados en estos manejos, el retiro de algunos miembros del clero implicados en este tipo de asuntos ya se ha venido realizando y esto muestra el espíritu que sigue al Santo Padre.

El nombre que Jorge Mario Bergoglio eligió para ser papa fue el de Francisco, inspirado en San Francisco de Asis (siglo XIII), hombre cuya vida se caracterizó por dar a la Iglesia, fundada por Jesucristo, una vuelta a lo transcendente del cristianismo, caminar con humildad, mansedumbre (Mateo 11,29) y sencillez junto a la humanidad. Un Papa que siendo rector del seminario de los Jesuitas, realizaba la tarea de lavandero de su comunidad; y a las 5:30 de la madrugada, cuentan los seminaristas de aquella época, se le encontraba lavando la ropa sucia de todos ellos. Para qué seguir hablando más de la consecuencia del actual papa. Pero, entremos en el tema.

Durante la última crisis financiera del 2008 vimos casos lamentables, como importantes gerentes pertenecientes a reconocidos grupos financieros internacionales, que aconsejaban comprar productos financieros que en ese instante ellos mismos rechazaban (interpelación en el Congreso de EE.UU.); académicos-investigadores, destacados en el campo de los mercados monetarios y financieros, reconocidos por sus sofisticadas publicaciones en revistas especializadas (journals o review) que no deseaban mencionar de dónde provenía el financiamiento para sus investigaciones (incluidas sus remuneraciones) de algunos de sus estudios, no hacían disclosure de sus ingresos en algunos de sus temas sobre los mercados financieros; es decir, la conducta poco ética contagió todos los ambientes de la sociedad.

Aquí la educación se torna en un tema que toma prioridad, si bien esta tiene su base en el hogar, toca a las universidades comprometerse en algo sobre el tema de la ética, y esto debe ser una exigencia primordial en los cursos de finanzas, particularmente, en economía financiera, finanzas corporativas, derivativos y bolsa. Esto no sólo por necesidad fundamental, sino, como requisito práctico; es decir, si no hacemos creíbles a los mercados financieros, todos nos veremos afectados.

El costo financiero de la crisis, sólo para EE.UU., lo podemos aproximar en la variación experimentada por el Balance del Fed (ver gráfico N. 1) en este se observa el comportamiento del referido Balance en los distintos momentos del Programas de Estímulos Monetarios (QE) desde diciembre del 2008 hasta el 27 de noviembre del 2013, lo cual suma los 1,670 billones de dólares americanos -USD- (contabilizados en la terminología de EE.UU.).

Balance FED.jpg

Fuente: Federal Reserve

La crisis en los mercados financieros deteriora al mismo sistema; en efecto, mientras las personas no perciban que los beneficios de trabajar con los bancos e instituciones de inversión sean mayores a sus costos, la profundización financiera no se producirá al ritmo deseado, y esto no contribuirá a la formalización de las actividades económicas y financieras. No se trata sólo de un tema económico o de presión en la supervisión fiscal, es un tema ético.
 
En este sentido la Exhortación del Papa en el punto donde reflexiona en torno a la Economía y Distribución del Ingreso nos dice:

“Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad[173], no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema.”

En efecto, los QE en EE.UU. han contribuido a la especulación financiera, desde que muchos importantes funcionarios del sector financiero que tomaron decisiones durante la crisis financiera del 2008, siguen en la dirección o gerencias de importantes instituciones financieras, y algunos, que “se retiraron del sistema” fueron premiados a través de sus indemnizaciones, las misma que representaron sumas millonarias por su retiro del sistema. Esto no es una buena salida, ni técnicamente (por el costo para sociedad que representa reflotar instituciones que generaron pérdidas privadas), ni ética.

Tampoco podemos decir, tan fácilmente, que economías que basan su crecimiento en un menor salario no tienen problemas y son hoy las nuevas economías grandes; por ejemplo, el caso de China. Si comparábamos el año 2009, el ingreso promedio per-capita anual de China en aproximadamente USD 4,000 versus el de EE.UU. de USD 48,000 (Scissors 2009) la lógica nos conduce, por lo tanto, a decir que se produzca en China y no en EE.UU.; esta decisión tiene un costo, ¿cuál?, es el costo del retraso de alcanzar la tasa objetivo de desempleo en EE.UU. (6.5%) y en la Eurozona; la diferencia salarial explica por qué hoy China produce lo que antes producía EE.UU. y Europa Occidental; El costo del desempleo es la baja productividad de la mano de obra en EE.UU., lo que hace algunos días comentaba el Presidente del Fed. Ben Bernanke.
 
El Santo Padre añadía además lo siguiente:

“Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos.”
(el subrayado es nuestro)


En este sentido no creo que la Economía, como ciencia esté resuelta en el ambiente académico; y menos pueda “curar” algunos difíciles problemas, aún subyacentes. Es cierto que la Economía es una ciencia social, y creo que allí hemos ganado algo (si no lo volvemos mecanicista); para algunos es una ciencia social con una metodología en términos de Teoría del Conocimiento: “Positivista” o “Neo-Positivista Lógico” (Greenspan: La Era de las Turbulencias). Pero no debemos olvidar que los hombres conocemos a través de un cristal (Weltanschauung); lo más preocupante de nuestra filosofía y teoría, es que no están aún construidas para responder de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacia dónde nos dirigimos al morir, ¿o es que al fenecer terminamos como los animales?. Allí se hace necesario recurrir a la Fe otra forma de conocimiento e inteligencia.

COMENTARIOS

  • 1
  • 05.12.2013
  • 03:16:36 hs
Juan Ramos

Inclusión económica??? vea este video
http://www.youtube.com/watch?v=X3pLL_IhRX0
el papa francisco debe hablar claro sobre la controversias que existe dentro de la iglesia y la santa sede ´´lobby homosexual´´ porque la homosexualidad también es corrupción moral que daña la sociedad la familia y a la niñees (perdida de valores) causa daños irreparables mas que el capitalismo salvaje.e hablar claro sobre las controversias que existe dentro de la iglesia y la santa sede ´´lobby homosexual´´ porque la homosexualidad también es corrupción moral que daña la sociedad la familia y a la niñees

  • 2
  • 05.12.2013
  • 01:37:07 hs
Jose Sarango

Estimado Carlos, muy de acuerdo con su comentario.
Saludos,

  • 3
  • 05.12.2013
  • 02:00:05 hs
Cesar M. V.

Interesante artículo, en especial porque resalta , en mi opinión, las sorprendentes e inesperadas palabras del Papa actual en materia económica.

Sin embargo el último párrafo me dejó un sinsabor. Suena a que le está colocando un límite apresurado a lo que la ciencia (en este caso social)es capaz de informar o conocer y parchando este hueco con “filosofías”. En los últimos años las diversas ciencias cognitivas como la neurociencia, psicología evolucionista, behavioral economics, etc han tenido un avance tremendo y hacen posible que aterrizar las ciencias sociales (que muy a menudo se caracterizan por ostentar terminologías obscuras y confusas) como ciencias naturales.

Ejm: en la gran mayoría de ciencias sociales prima esta noción de “Blank Slate” o “Tabla Rasa” como característica principal de la naturaleza humana, es decir, se cree que el ser humano llega al mundo como una hoja en blanco, y el ambiente (histórico, cultural, económico, familiar, etc) es responsable de todo lo que es el individuo. La realidad es que el ser humano llega con una serie de herramientas cognitivas -producto de la evolución- que dan ciertos sesgos en el comportamiento. (más info en “The Blank Slate” de Steven Pinker)

Saludos

  • 4
  • 05.12.2013
  • 11:05:15 hs
Enrique Woll Battistini

Mis dos centavos:

http://enriquewoll.wordpress.com/
http://enriquewoll.wordpress.com/about/

Algunas ideas fundamentales a la resolución del problema de injsuticia económica y social, que como acertadamente señala el Papa Francisco, requiere de una intervención valiente y radical:

Junio 24, 2005

La elaboración de propuestas para el mundo de hoy

© Enrique A. Woll B. 2005

Como dijo en efecto Juan Pablo II El Grande, parafraseando de alguna manera a Napoleón, que nos advirtiera desde un siglo radicalmente distinto que los ejércitos marchan sobre sus estómagos, en el mundo de hoy, no obstante lo complejo que es, la batalla para la salvación se librará en el frente económico. En verdad es crucial atender esta observación, reconociendo que si todos los hombres hubieran sido ricos, es decir capaces de satisfacer sus necesidades básicas y más, desde siempre y por igual, no hubieran surgido, seguramente, desde la Revolución Industrial -que privilegió mayormente a esos pocos- ideologías que contradicen la naturaleza humana, como las comunistas, ni siquiera disfrazadas de socialismo, y probablemente tampoco las terroristas, como se quieren entender hoy; es decir, diferenciando éstas, absurdamente, de las ideologías que impulsaron las guerras religiosas hasta los albores de la Edad Moderna, las de conquista hasta la Segunda Guerra Mundial, y las libradas ahora por doquier “en defensa de los intereses nacionales” de los países más ricos. Meras excusas, estas últimas, en general, y sobre todo las de la superpotencia, para arrebatar importantes recursos naturales a los países más pobres y débiles, y consolidar hegemonías regionales y mundiales. Lo que no se logra por el comercio justo, en la paz, en la práctica se puede lograr por TLC abusivos o por la fuerza bruta.

Pero la cosa va por niveles más profundos todavía, puesto que las religiones –opio del pueblo para los fallidos comunistas- que ni por asomo están por desaparecer, ahora tienen todas, se entiende, propósitos de una vida material, y por tanto social, mejorada, no sólo el de fomentar la vida espiritual; menos aún tienen el objetivo único de la salvación trascendental del ser humano. Lo segundo simplemente no sería posible sin lo primero, aunque éste necesite también de aquello para poder realizarse por entero. Quizá por esta realidad el Cardenal Poupard, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, pide elaborar desde la razón y la fe propuestas para el mundo de hoy, en todos los frentes entrelazados que este nos presenta, que respondan a las interrogantes de la cultura contemporánea. Esto requeriría, según indica él, evangelizar la vida política, económica y artística de las naciones, así como la investigación científica y el progreso tecnológico, y fortalecer la pastoral universitaria para “cultivar desde la fe cristiana una sana y critica racionalidad”, que suscite líderes dispuestos a ello, lo cual conllevaría privilegiar “el fortalecimiento de una iniciación cristiana de los ya bautizados, especialmente entre los jóvenes”.

Por lo tanto, es necesario relevar el hecho de que el mundo Católico es una pequeña minoría, lo que implica claramente la necesidad de un esfuerzo ecuménico Cristiano, y una convergencia Musulmana y Budista con los principios fundamentales anunciados por Cristo Jesús -tarea monumental heredada por Benedicto XVI- empezando quizá, por el concepto de la Caridad bien entendida. Es errado pensar que hay algo inherentemente malo en la acumulación personal de riqueza, aún como fruto del trabajo esforzado y honrado, como lo quisieron hacer creer a millones los soviéticos, y sus discípulos cubanos; todo lo contrario, ya que esto posibilita la creación de excedentes económicos fundamentales para a la caridad amplia y profunda. Es más, según el Antiguo Testamento, estamos obligados a vivir del sudor de nuestra frente, y no precisamente a fuerza de lentejas únicamente, por lo cual los caritativos merecerían recompensas materiales también. La caridad Cristiana, o de cualquier otra persuasión, no sólo es buena entonces, sino que constituye el indispensable bálsamo social que sana y previene las heridas, sobre todo las que nacen de la envidia pura, la carencia grave, y la violencia impenitente que en ellas se inspira muchas veces.

Pero es absurdo, por lo insuficiente que resultaría, y la dependencia malsana que crearía, y los incumplimientos gubernamentales esperables, particularmente en los peores momentos, pensar que la redistribución internacional de excedentes económicos planteada en el Servicio de Financiación Internacional (SFI), a través de la tributación por los ricos, y de los préstamos -o regalos aún- a los gobiernos de los pobres, corruptos o no, mellará palpablemente y a corto plazo la pobreza extrema del mundo subdesarrollado. Esto no resiste el menor análisis. Es evidente que ningún sistema Público-Público resultaría viable para ello por más que se inspire en la caridad, si ésta cae dentro del concepto tradicional. Sin embargo, el innovador SFI propuesto a la ONU por Gordon Brown, Ministro de Finanzas del Reino Unido, modificado para aplicar sus recursos al auxilio de las víctimas de desastres naturales en el tercer mundo, como el tsunami asiático del 26 de diciembre pasado, el VIH africano hasta ahora incontenible, y el hambre producto de las fallas de cosechas, por cambios climáticos y las plagas resultantes, todos quizá, por recalentamiento del planeta, cumpliría un importante rol llenando un enorme vacío en el sistema de prevención y seguridad mundial. La recientemente acordada condonación de la deuda de los países más pobres por el G8 es un buen comienzo, aunque tampoco resultaría suficiente frente a las enormes necesidades de los pobres, así fuera institucionalizada ad infinitum.

Quizá por ello Hilary Benn, Ministro de Desarrollo Internacional del Reino Unido, está activamente promoviendo, en estos días, la participación del sector privado para el rescate del continente africano. La clave, dice él, es la inversión privada directa y masiva, y tiene razón. Pero es claro que para lograr la erradicación de la extrema pobreza de aquí al 2025, cortándola a la mitad llegando al 2015, según los objetivos del milenio de la ONU, y combatir de forma efectiva la tristeza de los más necesitados, es necesario fundamentar la estrategia del caso, es decir la redefinición de la caridad, como la creación inmediata de un sistema internacional para la redistribución de los excedentes económicos, mayormente de los países del OCDE a los países menos desarrollados, tomando como referente y medida de progreso, o fracaso, por su clara relevancia y fácil medición, a las tasas de crecimiento de la capitalización, y las tasas de natalidad, de los últimos. Basta con contemplar esos parámetros para concluir que sería necesario lograr en los países menos desarrollados, en el lapso de cinco años, que el primero alcance al segundo y luego lo supere; algo sumamente improbable.

Para lograr dicho resultado, cuando fuere, es necesaria la derivación voluntaria de una fracción óptima de los ahorros privados de los países del OCDE, hacia los países menos desarrollados, en busca de inversiones con tasas de retorno superiores a las alternativas disponibles en los primeros, para cada nivel de riesgo, que reflejen libremente las ventajas relativas de los segundos. Además es necesario para lo mismo, el control de la natalidad voluntario por las poblaciones de los países menos desarrollados, utilizando primordialmente el autocontrol o método del ritmo, y respetando, en toda forma, el valor de la vida humana, que comienza, sin lugar a dudas, en el momento mismo de la concepción. Lo que vale en las relaciones interpersonales vale también en las internacionales; sin respeto por la dignidad y demás derechos de los más débiles, los más fuertes tampoco los tienen, ni los pueden ejercer con legitimidad; lección, ésta, que los ricos y poderosos aún no entienden.

A la luz del referido desastre ecológico, económico, y humano en el Asia, al margen de la forma que pueda tomar el SFI, queda entonces más en evidencia la necesidad de establecer sistemas Privado-Público Hemisféricos, Norte-Sur, para promover el desarrollo integral sostenible requerido por los países menos desarrollados, para que logren éstos enfrentar con éxito los retos de supervivencia del siglo XXI, incluidos los anunciados desastres naturales por recalentamiento del planeta, que sabemos es atribuible, en parte, a las actividades industriales desmedidas de los países del OCDE. Estos sistemas deberán ser en sí sostenibles, para lo cual deberán ser dirigidos por el Sector Privado, y motivados por fines de lucro, convocando la participación de las más destacadas instituciones privadas vinculadas a la financiación internacional de grandes proyectos de inversión, y la de sus entes reguladores, y complementarios, multilaterales y gubernamentales. Para lograr sus fines, tendrían además que tener presencia en todas las bolsas de los países del OCDE, y de los países que beneficiarían. Por ello estarían conformados por las entidades financieras y de apoyo más destacadas de los EE.UU., de la Unión Europea, y de Asia, vinculadas al rubro señalado, y sus contrapartes en los países menos desarrollados del Hemisferio Sur, estableciendo Consorcios para el Desarrollo en las capitales de éstos, a los cuales pertenecerían también, en rol de apoyo, los entes reguladores y complementarios señalados, en cada país.

En el caso del Hemisferio Americano, por ejemplo, el liderazgo de tales organizaciones, centradas en los EE.UU., por la solidez de sus Leyes de Valores y Corporativas, sería ejercido por alguna gran empresa Broker-Dealer y de Banca de Inversión de ese país, desde la central en Miami, y en los Consorcios, por el mismo, y sus contrapartes de Latino América y el Caribe. Así como los países latinoamericanos y caribeños están abocados a la negociación de tratados de comercio entre ellos y con los EE.UU., que se espera conlleven a corto plazo en un gran acuerdo de “libre comercio” hemisférico en las Américas, ¿No sería lógico que esta inmensa región, que va desde Alaska hasta Tierra del Fuego, estuviera también elaborando, paralelamente, una organización o sistema Privado-Público dirigido a la identificación de oportunidades de inversión industrial, la formulación y priorización de los proyectos respectivos, y su financiación por capital de riesgo privado, como la forma primordial de nivelar “la cancha de juego” -actualmente terriblemente inclinada a favor de los EE.UU. y los países del OCDE-, y poder de esta manera inocular a las empobrecidas poblaciones de la región -casi exclusivamente residentes de países latinoamericanos y caribeños- contra el sufrimiento y disloque social que la desigual contienda comercial internacional que estamos a punto de inaugurar les causará? Creo que para las grandes mayorías la respuesta sería un “sí” contundente.

En el caso del Hemisferio Unión Europea-Africa, el liderazgo requerido sería ejercido desde Bruselas, con toda certeza, y en el del Hemisferio Asia-Oceanía, casi seguramente, desde Tokio. De esta manera, en cada caso, aunque de pronto aparezca algo forzada, las cercanías geográficas, históricas, y hasta culturales, amén de políticas, a resultas de las influencias, confluencias, y fusiones étnicas de sus pueblos, producto de las migraciones de centurias, o más, que aventajaron el comercio Norte-Sur respectivo, desde que éste se viera impulsado por la aparición de las naves transoceánicas, se verían aprovechadas al máximo en la lucha global contra la pobreza, y el enriquecimiento y bienestar general. De eso se trata.

Ojalá, entonces, que la aparente cooperación respecto al asunto de la reducción de la pobreza extrema, entre la Santa Sede y la ONU, que logró el apoyo de la primera a los objetivos del milenio de la segunda, continúe en el nuevo Papado. Pero ojalá, también, que las ideas que sustentaron el SFI en su formulación original sean dejadas de lado, de una vez por todas, por ser erradas según lo señalado, y por constituir además una suerte de continuación del irreal razonamiento económico difundido por el Concilio Vaticano II, el cual, históricamente, aunque bien intencionado, dio origen a la “Teología de la Liberación,” cuyo amargo fruto no fue sino la violencia en pos de la justicia social en América Latina y el Caribe. Es decir, sangre y más pobreza. En paralelo con las estrategias propuestas, y las trampas a ser evitadas, es necesario rezar para que Dios todopoderoso se apiade aún más de nosotros los pobres del mundo. Parafraseando, nuevamente, y para terminar, lo que nos dijo Juan Pablo II El Grande: “No hay mal que nos conduzca al bien.” ¡Escuchémoslo! La pobreza extrema es un mal extremo y peligroso; unamos nuestras fuerzas, y nuestros corazones, para acabar con ella.

***

  • 5
  • 13.12.2013
  • 06:37:27 hs
Germán Salinas

Estimado profesor Palomino, excelente reflexión sobre la ética en los mercados financieros. Poner delante de nuestros intereses el interés social, algo que no se profundiza ni en las aulas de las más prestigiosas universidades.

Saludos cordiales,

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