A puertas de que la declaración del fin de la emergencia sanitaria global cumpla un año, las corporaciones aún continúan en el proceso de implementación, adecuación y recuperación de sus operaciones; así como también de la revisión de sus predicciones de corto, mediano y largo plazo; siendo un aspecto muy importante lo relacionado con el impacto en las cadenas de suministro globales que continúan gestionándose bajo los riesgos geopolíticos, producto de los conflictos bélicos de Rusia con Ucrania y de Israel con Gaza.
Asimismo, en estos tiempos, las juntas directivas de las empresas tuvieron que lidiar con nuevas y renovadas presiones de potenciales inversionistas, normas y lineamientos de los órganos supervisores y reguladores, entre otros, que llegaron para quedarse, como es el caso de la presencialidad. De otro lado, los fenómenos y cambios meteorológicos extremos han obligado a repensar la ubicación de las plantas y cadenas de suministro. Y, como si el recurso del tiempo no fuera escaso, para cumplir con el propósito del directorio, surgen asuntos por resolver relacionados con la tecnología: agitación, que generan las informaciones de las redes sociales, acompañada de sus impactos en las comunicaciones corporativas y el rápido y evolutivo ascenso de la inteligencia artificial que impacta profundamente en la reformulación, no solamente de las estrategias de transformación digital, sino de la operatividad de las organizaciones.
En Perú, de acuerdo con la Ley General de Sociedades, el artículo 114 indica que: La junta general (JG) se reúne obligatoriamente cuando menos una vez al año dentro de los tres meses siguientes a la terminación del ejercicio económico, principalmente para lo siguiente:
1. Pronunciarse sobre la gestión social y los resultados económicos expresados en los estados financieros del ejercicio anterior.
2. Resolver sobre la aplicación de las utilidades, si las hubiere.
3. Elegir cuando corresponda a los miembros del directorio y fijar su retribución.
4. Designar o delegar en el directorio la designación de los auditores externos cuando corresponda; y,
5. Resolver sobre los demás asuntos que le sean propios conforme al estatuto y sobre cualquier otro consignado en la convocatoria.
Con relación al tercer punto mencionado, para la conformación, selección y/o ratificación de los miembros del directorio, la JG debe tener muy claro qué es lo que quiere, en dónde quiere estar y cómo lograr ese deseo; aspectos que reflejan el propósito de la organización y que se traducen en la visión y misión de la empresa, lo cual se complementa con las estrategias de negocios que se consideran pertinentes a seguir en función al nivel de evolución y madurez organizacional.
De ese modo, teniendo en cuenta que la labor principal del directorio es supervisar y monitorear la gestión, su composición debe garantizar una función efectiva y eficiente. Esta es una tarea crítica y compleja si se requiere un directorio profesional y acorde a nuestra realidad; es decir, no solamente implica cumplir con algunos requisitos de momento, como por ejemplo la cantidad mínima de directores, cuotas de género u otros.
Cuando un director es ratificado o recientemente admitido, es muy importante proveerle de información actualizada sobre la empresa, su industria y su contexto en general, lo que comúnmente llamamos inducción. Este solo hecho permitirá ahorrar un tiempo considerable en el conocimiento del negocio y, consecuentemente, permitirá contribuir más ágilmente al logro de los objetivos trazados.
Por ello, la ratificación / admisión de un director debe realizarse mediante una exhaustiva evaluación, tanto de parte de la organización hacia el potencial candidato como del candidato hacia la organización que pretende su participación. En esta evaluación debe tenerse en cuenta, entre otros aspectos:
1. Capacidad técnica y de relacionamiento
2. Experiencia en la industria o en otras complementarias que pueda aportar a la organización
3. Flexibilidad hacia la actualización de conocimientos, sobre todo de aquellos relacionados con nuevas tecnologías como la inteligencia artificial y otras.
4. Valores éticos
5. Compromiso y lealtad con la organización
Desde mi punto de vista y experiencia profesional, los temas relacionados con los valores éticos y el compromiso y lealtad con la organización son los más sensibles e importantes, pero también los más difíciles de visualizar y, consecuentemente, de realizar una evaluación certera.
Los directores son una suerte de embajadores de las empresas, por lo que cualquier mala decisión que tomen, ya sea de manera individual o colegiada, reflejará la imagen de la compañía en el espejo de la crítica pública o del abandono de las preferencias del mercado, por no hablar del efecto al interior de la misma.
“Hacer lo correcto es más importante que hacer las cosas bien” (Peter Drucker).
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