El último número de la Revista de la CEPAL analiza las implicaciones de corto y largo plazo de la crisis desatada por el covid-19 en América Latina y el Caribe (ALC). La mayoría de los artículos son relevantes; dentro de estos nos llamó la atención el de tres funcionarios del organismo regional: Martín Abeles, Esteban Pérez Caldentey y Gabriel Porcile que nos recuerdan que se deben atender simultáneamente las urgencias económicas de la pandemia y los problemas estructurales de nuestras economías. No uno después del otro.
La atención de esta combinación de objetivos es de vital importancia para el Perú ad-portas de la declaración oficial de Pedro Castillo como Presidente electo en tiempos del bicentenario. Desafortunadamente, el fujimorismo y sus aliados insisten en desconocer la voluntad popular y quebrar el orden democrático; pero también es imprescindible que nuestra futura autoridad organice con una visión sistémica las propuestas concretas que se implantarán a partir del 28 de julio atendiendo los problemas apremiantes con una perspectiva transformadora de mediano y largo plazo partiendo del análisis del entorno internacional y nuestra realidad.
Carlos Monge nos recordó esta semana que Pedro Castillo tiene la urgente y complicada tarea de armar un gobierno que logre, simultáneamente, tres objetivos. Neutralizar los intentos de boicot económico y golpe parlamentario que serán las armas para retirarlo del poder después del 28 de julio; responder a las grandes urgencias del momento (reactivación de la economía con generación de empleos, la contención final de la pandemia, y la recuperación de la educación presencial) y sentar las bases de cambios de fondo.
Síntesis
Las economías de ALC han venido rezagándose en la economía mundial, lo que constituye un reflejo de problemas estructurales que comprometen su capacidad de crecimiento y de absorción de la tecnología. La pandemia no solo ha visibilizado esos problemas estructurales, sino que los ha exacerbado, y ha reforzado las tendencias negativas en el crecimiento, el empleo y la distribución de los ingresos.
El artículo analiza dichas tendencias y plantea que la crisis hace necesaria una respuesta inmediata, que debe, al mismo tiempo, apuntar a superar las restricciones de largo plazo. Se argumenta que son necesarias políticas fiscales muy fuertes para sostener la demanda agregada, y que dichas políticas deben contar con un componente importante de inversión destinado a la creación de capacidades tecnológicas, una mayor diversificación y mayores encadenamientos de la matriz productiva.
En el análisis a largo plazo se hace hincapié en los vínculos entre la política fiscal, el cambio estructural y la superación de los obstáculos externos que limitan el crecimiento. La respuesta, según los autores, debe apuntar a la construcción de un nuevo estilo de desarrollo, y no a la restauración de un patrón que mostraba claros signos de agotamiento antes de que estallara la pandemia.
Situación previa
Los poderes económicos y mediáticos en el Perú repiten insistentemente de qué nuestra situación antes de la pandemia era la ideal; están equivocados. La región de ALC ya registraba un ritmo de crecimiento bastante exiguo antes de la crisis sanitaria. Los datos recabados del período comprendido entre 1991 y 2019 muestran que, tras la recuperación en V de la crisis financiera mundial ocurrida en 2010 y, sobre todo, después de la caída de los precios internacionales de las materias primas, la tasa de crecimiento a nivel regional venía experimentando una tendencia a la baja.
El débil crecimiento de la región incidió negativamente en la tasa de inversión, pues refleja la importancia del efecto acelerador en las decisiones en materia de inversión. Esta caída en el ritmo de expansión del acervo de capital dificultaba, a su vez, revertir los problemas estructurales y sin inversión, no es posible transformar los patrones de especialización y aliviar así la restricción externa.
Deficiencias estructurales
La desaceleración de la actividad económica en los años previos a la pandemia estuvo asociada a ciertas debilidades estructurales que aumentaron la vulnerabilidad de la región frente a un contexto económico internacional que, salvo por la abundancia de liquidez, no se presentaba particularmente favorable.
En primer lugar, la fuerte incidencia de productos primarios en la canasta exportadora de la región hizo que la caída en los precios internacionales de esos productos desde 2014 deteriorase los términos de intercambio, lo que redujo tanto el impulso por el lado de la demanda como el margen de maniobra externo por la disminución en el ingreso de divisas a la región.
En segundo lugar, la especialización en la producción del sector primario, junto con los débiles encadenamientos productivos y comerciales intrarregionales, hicieron que el menor crecimiento del comercio mundial incidiera de forma notable en ALC. A este fenómeno se sumó la disminución de la elasticidad ingreso de las exportaciones de nuestros productos de exportación.
La caída de los términos de intercambio y el menor crecimiento de las exportaciones llevó a un deterioro del frente externo, que se reflejó en un aumento del déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos. La desaceleración del crecimiento de la región no fue mayor por el amplio acceso, y a bajo costo, a los mercados financieros internacionales. El aumento del endeudamiento externo incrementó los gastos en concepto de intereses, lo que acentuó la menor disponibilidad de divisas.
Política monetaria limitada
El mecanismo de transmisión de la política monetaria depende de la combinación particular entre los regímenes cambiario y monetario de cada economía. El mecanismo de transmisión de la política monetaria para una economía abierta opera a través de su efecto en la curva de rendimiento en moneda local. En nuestras economías una disminución de la tasa de interés interna en la política monetaria contribuye a la depreciación de la moneda nacional. A su vez, esto afecta negativamente las posiciones financieras de los inversores extranjeros en la región cuyos títulos están denominados en moneda nacional. En el caso de la deuda soberana, aumenta el riesgo y por tanto la depreciación está asociada a una percepción de mayor riesgo y puede fácilmente aumentar la salida de flujos financieros.
Por otra parte, la depreciación cambiaria aumenta la carga y servicio de la deuda para aquellos agentes cuyas obligaciones están denominadas en moneda extranjera. En resumen, la disminución de la tasa de interés no solo incide a la baja en los flujos financieros externos y, en consecuencia, restringe la disponibilidad de liquidez externa por los mecanismos aquí descritos, sino que además puede redundar en una mayor fragilidad financiera.
Efectos adversos
La teoría monetaria tradicional establece que una disminución de la tasa de interés base da lugar a una rebaja del costo de capital, lo que debería redundar en un aumento de la inversión que, a su vez, debería potenciar la demanda agregada y, con ello, el crecimiento económico. No obstante, en ALC, una parte significativa de los bienes de capital y de consumo durables son importados, de modo que la depreciación del tipo de cambio aumenta el costo de los bienes de capital y de consumo durables y desestimula así su demanda.
Asimismo, un contexto de elevada desigualdad va en contra del objetivo central de la política monetaria contracíclica. La disminución de la tasa de interés se traduce en un incremento del valor presente de los activos reales (ya sean bienes de inversión o bienes inmuebles) y financieros. La valoración al alza de los bienes inmuebles existentes en un contexto de elevada desigualdad de los ingresos y, especialmente, de la riqueza, implica que los beneficiarios del alza son las capas más ricas de la sociedad que, a la vez, son las que tienen una menor propensión marginal al consumo.
Multiplicador reducido
La efectividad de la política fiscal depende del valor del multiplicador del gasto. En nuestras economías este es bajo por la mayor propensión a importar, la baja presión tributaria y la reducida participación de los sueldos y salarios en el PBI.
Si el valor del multiplicador se aproxima a 1, el impacto de la política fiscal en la demanda agregada depende esencialmente del incremento de la participación del gasto del Gobierno y, en particular, del incremento de la inversión pública en relación con el producto.
Sostenibilidad largo plazo
Los autores desarrollan un modelo para evaluar la sostenibilidad de la deuda en el mediano y largo plazo. Al respecto, la única alternativa para reducir de manera significativa el valor del estado de la deuda en relación con el PBI es aumentar la tasa de crecimiento económico.
Sin embargo, ese aumento solo será sostenible a largo plazo si la creación de capacidades (la competitividad auténtica) permite modificar las elasticidades ingreso de las exportaciones e importaciones, y elevar así la tasa de crecimiento con equilibrio externo. En consecuencia, el determinante último de la sostenibilidad fiscal, la sostenibilidad externa y la trayectoria de crecimiento de una economía periférica descansa sobre estas variables y sobre la evolución de la relación entre la deuda y el producto y no sobre la reducción del déficit per se.
Asimismo, para estabilizar la razón del servicio de la deuda, además de políticas para impulsar el crecimiento, puede ser necesario un conjunto de políticas cambiarias y monetarias coherentes. Sin embargo, también se depende de factores externos como los cambios de la prima de riesgo y de las tasas de interés internacionales.
Políticas ineficaces
La política monetaria no solo es menos eficaz que la política fiscal, sino que, en un contexto de fuerte integración financiera internacional, puede llegar a ser contraproducente. La salida de capitales puede intensificar la volatilidad del tipo de cambio e incrementar el costo de endeudamiento en los mercados internacionales de crédito, y reforzar, a la postre, la incertidumbre y la caída de la demanda agregada y, con ella, la de la tasa de ganancia esperada en la economía local.
Sin embargo, la historia no concluye aquí. La caída de la inversión supone la pérdida de capacidades tecnológicas y productivas, lo que a su vez implica una pérdida de competitividad estructural y, por lo tanto, una caída del cociente entre las elasticidades ingreso de las exportaciones y las importaciones.
En este marco, si no se adoptan medidas para mitigar la disminución de las capacidades tecnológicas y productivas, podría resultarle difícil reducir su déficit comercial, incluso después de reducir el gasto autónomo. En tal caso, será necesario un nuevo ajuste para establecer el equilibrio formando una espiral negativa de baja del crecimiento y pérdida de capacidades.
Conclusiones
Las políticas fiscales expansivas adoptadas en la región deben ser de gran magnitud; en segundo lugar, la inversión debe tener una participación muy destacada en el total del esfuerzo fiscal realizado, y, finalmente, esa inversión debe destinarse a la creación de capacidades o de una competitividad auténtica, que se basen en la tecnología y la diversificación, para evitar que los desequilibrios externos frenen el impulso al crecimiento y obliguen a retroceder hacia una política de austeridad.
Adicionalmente, se requiere de políticas de integración regional de apoyo a la política industrial; y de políticas tributarias progresivas para mejorar la sostenibilidad de la deuda y atender el objetivo de reducir la elevada desigualdad. Asimismo, es fundamental contar con un tipo de cambio real estable, que evite trayectorias volátiles que se mueven al compás de los vaivenes de la liquidez y evaluar el grado de apertura de la cuenta de capital.
Las políticas de largo plazo orientadas a cambiar la base productiva y crear encadenamientos son clave para aumentar la eficacia de las políticas macroeconómicas a corto plazo. El cambio estructural y la estabilidad macroeconómica interactúan de manera virtuosa a corto y largo plazo.
Nota final
Esta nota es a título personal y no refleja necesariamente la posición institucional de la Universidad del Pacífico.
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