Por Besly Arianne Muñoz Quintana, estudiante de Derecho de la Universidad del Pacífico.
El Perú es un país de infinitas dimensiones, un país cuyo rasgo más estable pareciera ser la inestabilidad. Finalizamos el 2023, un año inesperadamente cargado por un contexto de crisis política, económica y social, con un panorama marcado por sucesos tales como: protestas en las calles, una democracia debilitada, un país en recesión económica y un quebrantamiento entre el ejecutivo, el legislativo y la ciudadanía. Estos hechos provocaron una caída mensual de la economía peruana, hoy el Perú enfrenta una de las desaceleraciones económicas más severas en poco más de dos décadas, el Niño costero, el paso del ciclón Yaku y las manifestaciones restaron un 4% al PBI de enero y febrero, según cifras del Banco Central de Reserva (BCR). La economía peruana va camino a cerrar su peor caída en 25 años. Llegado el mes de septiembre, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) reconoció la recesión en Perú y las proyecciones del PBI para el cierre del 2023 son negativas.
¿QUÉ HA PASADO Y QUE NOS FALTA?
Tenemos un Estado que no funciona con eficiencia ni eficacia en áreas clave para el desarrollo humano y social. Si no se toman las medidas necesarias en los distintos sectores económicos, en el 2024 la calidad de vida de la población será más precaria.
Se estima que el país pierde alrededor de 23,000 millones de soles por corrupción cada año, este problema sistémico frena el desarrollo del país, por lo que se requieren medidas fiscalizadoras para fortalecer la transparencia y contrarrestar la impunidad.
Durante el primer trimestre del año 2023, la inversión privada mostró un pobre desempeño: cayó un 12% debido a la disminución de las inversiones mineras, las protestas sociales y una persistente falta de confianza. Si este indicador clave para la economía peruana continúa a la baja, las posibilidades de una recuperación rápida se vuelven mucho más distantes.
De otra parte, la disminución en los precios de las importaciones, así como la desaceleración económica, han incidido directamente en la recaudación del 2023. La disminución de los ingresos fiscales suponen menos recursos para atender sectores vulnerables y necesitados. Por tanto, es urgente revitalizar el crecimiento de nuestra economía mediante acciones planificadas de corto y mediano plazo. El Perú debe aumentar sus ingresos y la carga tributaria para poder cumplir con la regla fiscal en el futuro.
Sin embargo, la actual crisis política refleja la falta de legitimidad de las autoridades y ello incide en nuestra economía. Por ello, se debe recuperar la institucionalidad en el sistema político peruano y mejorar la gobernabilidad democrática entre los poderes del Estado. Esto es primordial. La política no está disociada de la economía. Por ejemplo, la inestabilidad política genera falta de confianza de los inversionistas y una menor inversión supone menos empleo. Si el desempleo es mayor, las cifras de pobreza aumentan: así lo demuestra el 2023, que cierra con un 30% de desempleo. Ello tiene, a su vez, su correlato en el aumento del empleo informal: la incertidumbre y las leyes que encarecen el empleo disuaden a las empresas formales a contratar a más gente. Siguiendo al economista Carlos Parodi: “La economía peruana debería crecer al menos un 4% para generar empleo y reducir pobreza”. Pero parece que no estamos cerca de esto.
Tenemos un anhelo por la modernización económica y el crecimiento macroeconómico, pero la ruptura entre la ciudadanía y el Estado, así como la desconfianza en funcionarios y políticos van en aumento. El gobierno debe generar estabilidad y confianza, así como ganar legitimidad para cerrar estas brechas. El crecimiento económico va de la mano con la calidad de vida y satisfacción ciudadana, estos indicadores se miden en los niveles de desarrollo y mejoras de bienestar social. Se requiere un trabajo en conjunto del sector público, sector privado y ciudadanía para construir institucionalidad, mientras el Estado atiende las necesidades de la población.
¿QUÉ PODEMOS ESPERAR DEL 2024?
En el año 2024 se prevén elementos que convergen y tendrían un impacto en el crecimiento económico. Sin embargo, hay riesgos que lo acechan, como la incertidumbre en torno a la intensidad con la que se presentará el Fenómeno El Niño.
En cuanto a la recesión, la evaluación de las medidas y políticas del Gobierno, deberían basarse en el impulso para la inversión, tanto pública como privada. La clave para abordar esta situación reside en cambiar las expectativas pesimistas, que se arraigan en las perspectivas individuales acerca del futuro político y económico del país. La solución radica en implementar medidas que restauren la confianza y modifiquen esas percepciones negativas.
Este es el contexto en que el 2024 nos encuentra: un país desorientado y en recesión, un Estado con poca capacidad de acción y gobernanza, pero que espera de nosotros los ciudadanos la disposición para pensar con juicio crítico, asumir con responsabilidad acciones y deberes, impulsarnos a seguir resguardando y cuidando el Perú, transformando el lamento en desarrollo.
¡La construcción de un mejor país requiere de la labor y el compromiso de todos los peruanos!
BIBLIOGRAFÍA:
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