Al igual que no es posible ensanchar un vaso de vidrio sin romperlo, en los negocios no es posible transformar sin romper paradigmas. Un paradigma o se mantiene intacto o se destruye. O usted cree, o no cree en Santa Claus, no hay términos medios (no es que deje de creer en él pero siga creyendo en el reno de la nariz roja).
Entonces, transformación no es sinónimo de agilidad, de mejora, de adaptación o de rapidez, sino, más bien, de cambio. Habrá que preguntarse ¿qué parte de la palabra transformación no han entendido los expertos que usted contrata si, al final del día, su negocio sigue fabricando los mismos productos y enfrentando a los mismos competidores?
La mitad más uno de los lectores coincidirá conmigo -y debe ser una de las pocas cosas en las que coincidamos- que transformar exige, entonces, convertir A en B. En palabras simples, si usted compra en Amazon una máquina que transforma e introduce en un extremo a Tinky Winky, el Teletubbie violeta, debería esperar que por el otro extremo de la máquina aparezca algo diferente como, por ejemplo, Godzilla y no otro gelatinoso y espantoso Teletubbie de diferente color. Si sucediera esto último con su empresa, pídale al gurú de turno la inmediata devolución de su dinero.
AVISOS PARROQUIALES: Si a usted le gustó este mensaje al corazón le dejo el siguiente link para que me deje sus comentarios al respecto. Prometo responder todo comentario: https://www.linkedin.com/feed/update/urn:li:activity:6768189690706239488/
Ahora bien, si no le gustó este mensaje debe ser (Marque la que corresponda):
1. Es usted un gurú de la transformación
2. Su serie favorita es Los Teletubbies
3. No le gusta como escribo
4. Todas las anteriores.
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