Ya me he pronunciado en otras ocasiones acerca de los efectos imprevistos que algunas normas pueden ocasionar. En esta ocasión, lo vuelvo hacer, porque el Congreso parece no entender que imponer una prohibición tiene efectos que a veces es difícil prever, pero no por eso menos reales. En este caso, nos referiremos a la prohibición que se ha instaurado a que las personas en “estado de ebriedad” puedan subir al transporte público.
De acuerdo a una norma aprobada el 3 de febrero, ahora cualquier persona en estado de ebriedad que suba a un transporte público será multada con S/. 760. Se puede entender la “racionalidad” de la norma. Una persona en estado de ebriedad en un bus, es una molestia y un potencial peligro para los otros pasajeros. Sin embargo, un ebrio caminando por la calle representa un peligro mayor.
Aunque parezca extraño y sea “contra-intuitivo”, es muy probable que una persona ebria caminando tenga las mismas probabilidades de causar accidentes de tránsito y muertes que una persona manejando un automóvil en estado de ebriedad. Tomen esta noticia de US News, titulada “No maneje ebrio, pero caminar ebrio puede ser tan peligroso como manejar ebrio”, donde muestran estadística que señala que desde 2002, si bien las fatalidades por accidentes automovilísticos han disminuido, los números para personas de a pie han aumentado en 3%, en el mismo período. Según el mismo reporte, para 2011, un tercio de esas víctimas tenía niveles de alcohol en la sangre superiores a los límites legales para conducir.
De acuerdo a un reporte auspiciado por la WHO, “El único estudio controlado hecho hasta el momento para fatalidades entre personas de a pie (Haddon et al., 1960) mostró que 47 por ciento de los muertos tenían niveles de alcohol de 50 mg/ 100 ml o mayor, una proporción mucho mayor que en el grupo de personas de a pie que no estuvieron involucradas en accidentes. El grupo de personas de a pie que fueron fatalmente heridas que fueron incluidas en el estudio consistía principalmente en un grupo de mediana edad que había estado bebiendo mucho” (el estudio completo, aquí).
Lo ideal, entonces, sería que las personas que han tomado o utilicen el transporte público (bajo sanciones por molestar a otros pasajeros) o se quedaran (hasta a dormir) en los locales donde han empezado a tomar. Esta salida, lamentablemente, tampoco parece agradar a nuestros representantes –en este caso, municipales. Existe en Perú el “Plan Zanahoria” que expulsa a los ebrios de los locales donde están tomando. Todo para que no molesten a los vecinos o hagan escándalo o tomen más. No se dan cuenta, nuevamente, que están lanzando bombas de tiempo a las calles.
Al igual que en el caso de las multas por subir al transporte público, nuestros aficionados reguladores no se dan cuenta de algo evidente: cuando uno prohíbe algo, existe un “efecto de sustitución” que puede tener resultados peores. En el caso del Plan Zanahoria, como he explicado y sustentado aquí, lo que se logra es que las personas tomen más rápido (con mayores grados de intoxicación), manejen más o consuman drogas; empeorando la situación respecto a lo que intentaban disminuir. Para el caso que nos ocupa, estas personas saldrán a la calle, donde ya no podrán usar el transporte público, sino que caminarán o usarán sus autos, conductas que son –presumiblemente- igual de peligrosas.
¿Qué salidas podrían haber? Si se quieren poner creativos, más que el “amigo elegido” (que, creo, no resultó), el Estado podrían proporcionar transporte en las afueras de los bares o discotecas. Eso en lugar de poner a patrulleros para que les saquen coimas a los ebrios. Otra, claramente, es derogar las normas que hemos comentado. Estos casos hacen dudar acerca de si realmente necesitamos “representantes electos” que legislen o más bien un grupo de expertos en regulación.
COMENTARIOS
Estimado, la solución puede ser mas sencilla de lo que propones, simplemente HAY QUE DEJAR DE CONSUMIR LICOR y con ello solucionamos el problema, según te he leído en anteriores ocasiones las soluciones que propones van por el hecho de continuar con la misma conducta que como bien lo dices es una bomba de tiempo, en cualquier momento una persona que no tiene control total de sus sentidos puede ocasionar una serie de catástrofes, y de esto los periódicos dan cuenta ilimitada todos los días, mejor cortemos el mal de raíz, dejemos de consumir alcohol y asunto solucionado.
Lamentablemente, Danny, eso es tan realista como decir que no debería de haber autos para que no hayan accidentes de transito.
Saludos,
Oscar.
Señor Sumar,
Sobre su última oración, pienso que el Congreso debe estar conformado justamente por “expertos en regulación”. Lamentablemente, la verdadera función de los congresistas no es de dominio popular, pues incluso los postulantes al Congreso en sus discursos listan las obras que se proponen ejecutar si son elegidos, desconociendo que como Poder Legislativo se encargan solamente de crear, modificar y derogar leyes. Lo que es peor, hay gente que decide su voto por el candidato que promete más obras (!), aunque la mayoría simplemente vota por un partido en general, el que suele coincidir con el partido de su candidato predilecto a la presidencia.
Sobre la Ley Zanahoria, recién leo su artículo en El Cristal Roto donde la crítica (“La Hora (in)Segura”). Quiero enfocar mi comentario en el segundo de sus tres argumentos (la sustitución inter-temporal del consumo de alcohol), pues el tercero (que la gente tiene más probabilidad de accidentarse mientras más ebria esté) es evidente y no es más que la consecuencia del segundo, y el primero (el que haya un rezago entre el momento en que el alcohol es ingerido y aquel en que este surte efecto) no constituye un argumento válido para oponerse a la prohibición de la venta de licores después de cierta hora.
Los fragmentos que cita son de un ensayo de Boyes y Faith sobre el impacto de prohibir la venta de bebidas alcohólicas en eventos deportivos. Ciertamente, si no venden trago en el estadio, la gente toma antes de ir para llegar mareada (i.e. “empilarse”). La sustitución inter-temporal en el consumo de alcohol es evidente en este caso (y se refuerza justamente de la existencia del rezago que hay hasta que surte efecto). Sin embargo, la validez del argumento no se traslada para oponerse a la prohibición de la venta de licores después de cierta hora.
Tomemos las horas que señala en su artículo (“3 am si eres una discoteca o bar y 11 pm si eres una bodega o grifo”): Para el caso de las bodegas o grifos, antes que una sustitución inter-temporal en el consumo de alcohol, se debería esperar que haya una acumulación (i.e. “stockeo”) en la gente previsora. Solo aquellos que subestimaron el total de su consumo alcohólico futuro se verán perjudicados, pues para cuando identifiquen su mal cálculo será demasiado tarde. Sin embargo, es probable que esta gente ya esté más mareada de lo que crea y sea el mismo efecto del alcohol el que le genere la ilusión de que necesita más cuando no es así. Para el caso de discotecas o bares, las 3 am dista lo suficiente de su hora de apertura como para no ser restrictivo.
Por las razones expuestas, la Ley Zanahoria es una buena regulación que, incluso tomando en cuenta las externalidades y consecuencias no-intencionadas que genera, resulta en beneficios sociales netos positivos.
HACE YA ALGUN TIEMPO, LAS NOTICIAS TRAJERON A CUENTO, LO SUCEDIDO CON EL BORRACHO, QUE APOSTO QUE PODIA CORRER A MAYOR VELOCIDAD QUE UN TREN. EL RESULTADO FUE DESASTROSO, AQUEL BORRACHO NUNCA VOLVIO A APOSTAR.
NO TENGO DATOS CONTRASTADOS, SOBRE RESULTADOS DE LEY ZANAHORIA. PERO CONSUMO DE ALCOHOL, ES SOLO UN LADO DEL ASUNTO. DE HECHO, PUEDEN DETENER A UN SUJETO POR CONDUCCION TEMERARIA, APLICAR CONTROL DE ALCOHOL Y NO OBTENER RESULTADOS, YA QUE DICHO SUJETO, NO TIENE ALCOHOL EN LA SANGRE…. TIENE OTRAS SUSTANCIAS, QUE LA MAQUINITA, NI DETECTA, NI CONOCE.
EL CONSUMO DE DROGAS, ESTIMULANTES Y PASTILLAS, FORMA PARTE DEL COCKTAIL, SE SIRVEN CON ALCOHOL O SIN ALCOHOL. EL QUE CONOZCA LA NOCHE, SABE DE LA CANCION QUE DICE: “AL QUE LE GUSTA, QUE LO PRUEBE. AL QUE NO, QUE LO PRUEBE”.
TAXIS A LAS SALIDAS DE DISCOTECAS, TRANSPORTARIAN “CLIENTES”, PERO EL CONSUMO DE ALCOHOL Y DROGAS, CONTINUARA SIN DESCANSO. PARECIERA QUE CONSUMO RESPONSABLE, NO SOLO ESTA VINCULADO AL USO DE TAXIS.
LO DICHO, ERASE UN BORRACHO, QUE EN SU NEBULOSA PENSO QUE PODIA CORRER A MAYOR VELOCIDAD QUE UN TREN.
Oscar:
Sólo un comentario: De la lectura, se entiende que la prohibición es una Ley del Congreso, pero tu enlace indica que es una ordenanza municipal, al igual que la Ley Zanahoria.
Entonces, la crítica debería dirigirse al Portal de Escribanos antes que a la Plaza Bolivar.
Un abrazo.
Tienes razon Walter, fue un lapsus; gracias por anotarlo.
Gonzalo: gracias por tus valiosos aportes.
Un abrazo,
Oscar
No puedo creerlo! Todo el sustento del artículo, al adjudicar la responsabilidad erróneamente (nos es Ley es Ordenanza y por lo tanto, no son los legisladores sino los GMunicipales los causantes) queda sin el fondo del comentario. Debería rectificar señor.
Ya lo rectifiqué. He hecho un comentario extenso sobre esa norma (que he citado aqui) y ahi menciono en detalle que es una ordenanza. Es un error sin relevancia decir que es una “ley”. Igual, esa ordenanza tiene rango de ley, solo no es “ley” en el sentido formal.
Saludos,
Oscar
Estimado Dr,
La intoxicacion publica (public intoxicacion) esta prohibida en muchas ciudades del mundo, en esos lugares la policia tiene la potestad de arrestar al intoxicado, y en algunas ciudades de USA tiene pena o multa. Las personas ebrias son una molestia, y si te toca un “faltoso” ( que abundan) te pueden malograr el dia, y si eres mujer, mucho peor. Y si es “faltoso” violento, podria tener peores consecuencias. Una persona ebria en la calle es un peligro latente, en el transporte publico en una bomba de tiempo. Asi que si tomas hasta el limite de perder el equilibrio, no puedes utilizar transporte publico. Esta regla la ejecutan las aerolineas y las empresas de transporte inter regional desde hace tiempo. No es prohibir, si no mas bien proteger los derechos de los demas ciudadanos que no estan ebrios.
Jeffrey, gracias por tu comentario. Por eso digo que si entiendo la racionalidad del tema, sin embargo creo que es contraproducente. No creo que sea lo mismo prohibir a alguien viajar ebrio en un avion o bus que prohibirle usar el transporte publico “urbano”. Son casos diferentes. Admitiendo que la persona ebria puede causar “molestias” en un bus, no necesariamente prohibirle subir al bus es menos gravoso para la sociedad, pues el mismo ebrio ahora va a manejar un auto o caminar. Esa es la idea.
Saludos,
Oscar
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