Antonio Robles Vargas, estudiante de Derecho de la Universidad del Pacífico
Realizas una apuesta por dos motivos: piensas que vas a ganar o sabes que los costos de perder no te van a perjudicar. Esto sucede en la mayoría de casos, y el mundo político no es la excepción.
El Gobierno pensó que podía ganar cuando decidió optar por la aplicación de la suspensión perfecta de labores. Sin embargo, en las últimas semanas solo hemos escuchado críticas a la aplicación de esta figura.
¿Qué aspectos positivos tiene la suspensión perfecta?
La suspensión perfecta de labores, como figura, no genera más que estabilidad laboral y rentabilidad en empresas (incluyo a las microempresas, pequeñas y medianas empresas). Por un lado, les permite reducir sus costos de planilla y, por otro, garantiza a los trabajadores afectados conservar sus puestos de trabajo.
La reducción de los costos de planilla es un alivio debido al bajo flujo de ingresos que están experimentando las empresas que, además, deben mantener los costos fijos y los medios de producción. Este mecanismo permite proteger, sobretodo, a empresas pequeñas que no podrían pagar sueldos y tampoco pedir préstamos para cumplir con esta obligación.
Por otro lado, la norma garantiza que los trabajadores afectados los que cese momentáneamente conserven sus puestos de trabajo y, con ello, su relación laboral con el empleador mantiene los deberes contractuales de las empresas y algunos beneficios extraordinarios exigibles al empleador.
¿Por qué la apuesta nos está generando una gran pérdida?
No culpen a la figura por lo que ocasiona su regulación. El engorroso proceso de verificación del Ministerio de Trabajo, una visión paupérrima de la heterogeneidad de los negocios y los altos costos transaccionarios de solicitud son solo algunas de las consecuencias de una regulación rígida.
Un Gobierno diligente comprende que las dificultades financieras son más sensibles y diversas en las MYPES. Veámoslo a través de un ejemplo: imaginemos la aplicación de la figura en el caso del trabajador de una MYPE. Si bien el trabajador no romperá su vinculo laboral con su empresa –porque ello permite que cuente con un seguro médico y beneficios como gozar una CTS– por la necesidad de depender de su trabajo diario, terminará trabajando para el sector informal, sin que el empleador o el Gobierno sepan.
¿Por qué sucede lo anterior? Simple, porque los beneficios de incumplir son mayores que los potenciales costos. Es decir, las personas ponen en riesgo su salud y estabilidad laboral porque, en muchos casos, viven con un presupuesto que depende de su trabajo diario.
Otro aspecto parte de que la regulación impide el propio desenvolvimiento de la figura. El Ministerio solicita a la empresa no solo demostrar que no están en capacidad de producir, sino también información respecto de sus ingresos y negocios. Es así que los costos en los que tiene que incurrir una empresa para solicitar el cese colectivo son altamente transaccionarios.
Por otro lado, estos costos no se generan únicamente para la empresa, sino también para el propio ministerio porque, producto de la heterogeneidad de los negocios, la inspección será distinta en cada caso. Con ello los costos de inspección serán altos y los recursos para su buen funcionamiento serán escasos.
¿Cómo debe regularse la suspensión perfecta de labores?
La solución se encuentra en dar flexibilidad a la regulación para que las partes se adecuen a la realidad de cada negocio. Al ser tan rígido el esquema, las empresas no tienen salidas prácticas. Hoy, las empresas pagan el 100% de los sueldos o el 0% si hay suspensión perfecta. No hay intermedios, solo soluciones “blanco o negro”.
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