El descanso nos puede hacer más creativos. Las pausas y distracciones buscan conectarnos con el saber creativo y nos ayudan en los retos de innovación.
La premisa de “mientras más trabajas, más produces” parece lógica, y en muchos escenarios laborales de la era industrial pasada puede que haya funcionado… cuando la eficiencia venía de una línea de ensamblaje, por ejemplo. Pero hoy en día vivimos en la economía de la conexión y en la mayoría de nuestros trabajos hay personas que tienen necesidades conectadas con su rendimiento individual y colectivo. Así que ojo que, así como antes las máquinas se recalentaban, hoy, la gente también se satura, aunque siga conectada y no se vea cuántas líneas le quedan de carga.
En el mundo de la creatividad operamos exactamente igual, aunque nuestros procesos sean distintos y nuestros métodos resulten controvertidos porque no son lineales, como en una cadena de fabricación en serie. Aun así, nos sobrecargamos y bloqueamos, sobre todo porque ser innovadores no solo se trata de romper las reglas de juego sino de crear otras, proponer nuevos sistemas y desarrollar sus esquemas completos.
Por eso necesitamos los descansos creativos, las pausas que relajan la mente de muchas maneras. Hay creativos que encuentran en otros estímulos (música, deporte, un café, una conversación amistosa, un chiste, una siesta) grandes posibilidades para desconectarse del quehacer productivo y conectarse con el saber creativo, esa capacidad de encontrar nuevas asociaciones, puntos de vista y ‘lógicas’ que pueden resultar eficientes. Las distracciones son otra forma de conectarse. Ejemplos hay por docenas.
En Stanford, el profesor William Dement quien creó el primer curso universitario dedicado a la ciencia del sueño, nos enseñaba que manejar con falta de sueño puede ser más peligroso que ir borracho. Cuando no descansamos, básicamente vamos por la vida sin estar del todo alertas y esto definitivamente afecta nuestro desempeño mental. Una siesta por la tarde puede ser beneficiosa para la corteza prefrontal del cerebro, la zona responsable de la innovación, la creatividad y el autocontrol. La NASA y Harvard recomiendan siestas de 20 a 30 minutos para aumentar nuestro estado de alerta y productividad.
Ahora una pausa.
La lectura espaciada también ayuda a conectar con el lector, darle un respiro con los puntos a parte, y dejarlo conectado con sus propias ideas.
Volviendo a la oficina, la Escuela de Risoterapia de Madrid señala que reírse en el trabajo ayuda a obtener mejores resultados laborales y señala que es mucho mejor cuando el que cuenta el chiste es el jefe. La risa compartida acelera el sentimiento de cercanía y confianza. Si el humor es señal de inteligencia, un jefe “mosca” debe saberse algunos chistes. Los estudios indican que se pueden duplicar las probabilidades de resolver un reto de creatividad, así que vayan aprendiéndose una de Jaimito.
Muchos empresarios piensan en el sobrecosto de las planillas y las vacaciones pagadas. Muchos trabajadores se quejan de jornadas monótonas y extenuantes. Quizá todo se resolvería con entender un poco mejor la función del descanso y permitirnos a nosotros mismos ser más productivos.
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