Si el éxito de una empresa tuviera una fórmula química, sin duda el elemento maestro sería el Buen Gobierno Corporativo (BGC). La experiencia internacional ha demostrado que la adopción de las mejores prácticas de BGC dentro de las organizaciones está íntimamente relacionada con su trascendencia y crecimiento sostenido. En esa línea, por ejemplo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos – OCDE (foro mundial que comprende a las economías que representan el 80% del PBI global y al cual nuestro país está aplicando para su ingreso en el año del bicentenario de nuestra independencia) describe al BGC como “un elemento clave para aumentar la eficacia económica y potencializar el crecimiento, así como para fomentar la confianza de los inversionistas”. El principal mito alrededor del BGC es considerar que se trata de un modelo exclusivo de empresas medianas y grandes, de aquellas que cotizan en alguna Bolsa de Valores o de las que están obligadas a cumplir con un determinado marco regulatorio (FONAFE, SBS, entre otros). La realidad es que no existe un tamaño mínimo para institucionalizar una empresa. El BGC es sinónimo de institucionalización y, por tanto, debe considerarse como parte del desarrollo desde la conceptualización misma del negocio, en especial para las empresas familiares, que son el motor económico de nuestro país. Muchos empresarios no conciben la incorporación de prácticas de BGC como algo necesario, y creen tener un argumento válido para ello: “He operado toda mi vida así y he conseguido formar un negocio exitoso”. Sin embargo, institucionalizar el BGC representa una constante generación de valor, por lo que respondemos: “Si así ha tenido éxito, imagínese a dónde podría llegar al institucionalizar su negocio”. El BGC no debería generar una estructura burocrática en detrimento de la oportuna toma de decisiones. La lentitud o agilidad con la que una empresa responde está relacionada con la ausencia de políticas claras y delegación de autoridad y/o escasa segregación de funciones, no con la incorporación del BGC. En ese sentido, las mejores prácticas de BGC están dirigidas a todo tipo de empresas, desde las de reciente fundación, hasta las ya maduras en las que la toma de decisiones y gestión del negocio están relacionadas con la adopción de prácticas de BGC que generan más valor a las organizaciones considerando sus prioridades, pues en nuestra experiencia hemos notado que la adopción de las prácticas de BGC aumenta a medida que crece la empresa, y esto se debe a que aporta innumerables beneficios para la gestión y la toma de decisiones de las organizaciones, que van desde el acceso a mejores condiciones de financiamiento hasta la protección para la continuidad del negocio, permitiendo lograr las siguientes ventajas competitivas:
Fuente: PwC México
En ese orden de ideas, es importante mencionar que un beneficio tangible que impacta a las organizaciones con BGC es el acceso a mejores condiciones de financiamiento, ya que los bancos corren menor riesgo al colocar recursos en empresas institucionalizadas. Asimismo, las compañías pueden acceder a fuentes no convencionales de recursos, como puede ser la emisión de deuda, capital u otros instrumentos financieros.
Otro de los beneficios del BGC es que ayuda a incorporar en la compañía de manera ordenada a las nuevas generaciones y a responder ante eventos inesperados que impidan a los directivos clave continuar desarrollando sus actividades.
Adicionalmente, el BGC tiene efectos sobre la reputación de las empresas, ya que el mercado tiende a ser más receptivo a consumir bienes o servicios de aquellas organizaciones que implementan y comunican diferentes iniciativas que aseguren una conducción responsable del negocio (toma de decisiones transparentes, no incurrir en conflictos de interés, estar libre de fraudes o escándalos de corrupción, preocuparse por el medio ambiente y cuidar el impacto de la empresa en la comunidad), lo que a su vez incrementa la confianza de los inversionistas y el mercado en general.
Por lo expuesto, el BGC es una incubadora de ideas frescas que abre la puerta a nuevas perspectivas de mercado, siendo una oportunidad para reducir la exposición a los riesgos, mejorar la marca y generar retornos de inversión, pues ya lo dijo Peter Drucker “La mejor estructura no garantizará los resultados ni el rendimiento. Pero la estructura equivocada es una garantía de fracaso”.
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