En plena celebración de Fiestas Patrias, con la familia, los amigos, conversando de esta extraña nueva mesa directiva y un mensaje a la nación extremadamente largo, me enteré de que el Ministerio de Cultura había financiado con mi dinero, con tu dinero, con nuestro dinero, una película dedicada a Javier Diez Canseco. 130 mil soles recibieron los creadores de este film para contar la historia del político de izquierda.
Javier Diez Canseco, con el respeto que se merece su memoria, no tiene en su haber ninguna reforma política o de política pública importante. No es el creador, líder, promotor o diseñador de alguna reforma que haya reducido la pobreza, la desigualdad, las brechas de servicios públicos; tampoco generó ninguna ley o norma que haya aumentado la riqueza, los ingresos, el trabajo o la inversión en el país, o que haya mejorado la educación o la salud. Los invito a revisar su producción legislativa.
Por el contrario, destacó por ser un líder izquierdista mejor educado que el promedio, de familia de añeja alcurnia, buenos contactos, facilidad para debatir y un temperamento maleducado harto conocido. Fue de los primeros que salió corriendo de la casa del embajador japonés para luego abogar por los terroristas secuestradores. Fue suspendido de sus funciones cuando quiso promover una ley para incrementar de forma ilegal el patrimonio de su familia.
Sin embargo, la izquierda peruana es campeona en crear símbolos de la nada. Lo mismo hizo con Hugo Blanco, un tipo irrelevante en la historia reciente del Perú, que entraba al hemiciclo en los años ochenta, disfrazado de campesino, para no hacer absolutamente nada. Lo mismo hicieron con la reforma agraria de Velasco, un capítulo clave pero espantoso en la historia económica del Perú, generador de pobreza, informalidad y más desigualdad.
Dicho esto, hay otros 3 elementos que son objetivamente cuestionables en el proceder del Ministerio de Cultura.
1. Los contribuyentes financiamos al Estado y por lo tanto estos simplones concursos que se organizan de cuando en vez. Si es nuestro dinero el que se usa, bien haría el Estado en evitar financiar películas de corte ideológico -venga de donde venga, izquierdas o derechas- sabiendo que no todos los peruanos compartimos dichos valores. El Estado no tiene ni posee dinero, no es propietario de riqueza alguna. Administra la de todos los peruanos.
2. Da la casualidad que todas las películas, intervenciones o proyectos que se financian se basan en una ideología socialista, colectivista, anti empresa, anti libertad, con una narrativa dialéctica de ricos malos versus pobres buenos, o de opresores blancos versus oprimidos oscuros (cosa que con Diez Canseco paradójicamente no les funciona), repleta de esa simplona narrativa de la víctima, el llanto, la opresión, esa que no ayuda a nadie, y menos al supuesto oprimido porque lo anula, lo vuelve mediocre y pasivo.
3. Si van a financiar entonces proyectos ideológicos de izquierda, esperaría que financien documentales sobre la Iglesia Católica, la religión, filósofos, políticos y pensadores de derecha, conservadores, liberales o simplemente de aquellos que lucharon contra el comunismo y su ideología destructiva, con algún mecanismo de cuotas, paridad o porcentajes, de esos que tanto gustan, pero resulta que esto nunca ocurre.
Valgan verdades, la capacidad de la izquierda peruana para romantizar realidades y volverlas “buenas” -aunque fueron malas o simplemente irrelevantes- es increíble y no le vendría mal a sus opositores ideológicos aprender de esto, pero no es correcto que el mismo Estado alimente el cerebro de nuestra población con ideas sesgadas hacia un espacio del pensamiento. Que me perdone Diez Canseco, pero no se lo merece. Ya suficiente tiene con descansar en paz.
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