La ciudadanía se va dando cuenta de que hablar de dictaduras congresales, gobiernos cívicos militares, genocidios y derechos humanos NO soluciona ningún problema básico. Y Perú está lleno de problemas básicos. Las protestas de estos días tampoco harán la diferencia porque no buscan lo correcto.
Cada vez más peruanos se dan cuenta también de que la violencia viene de los mismos peruanos que lideran las marchas, y ya no se creen el cuento de que la violencia viene de la Lima capitalista, fascista y autoritaria…Y estas protestas seguramente buscarán que algo grave ocurra, y el pueblo se dará cuenta.
Estas dos “tomas de conciencia” son importantes pero deben ser reforzadas aún mas con el desglose de lo que significan. Vayamos al tema de los problemas básicos.
1. Hablar de dictadura congresal no le da trabajo al pueblo. Facilitar la inversión privada, la apertura de negocios y simplificar la formalización, sí. Pero no hay marchas por el trabajo.
2. Hablar de racismo, fascismo, autoritarismo o hablar mal de la capital no le da riqueza al pueblo. Aligerar trámites estatales, reducir la regulación laboral, los impuestos y tantas trabas burocráticas, sí. Pero no hay marchas por la generación de riqueza (sería hermoso que ocurra).
3. Hablar de un gobierno cívico militar no hace que los negocios crezcan. Controlar a las municipalidades para que no tengan fiscalizadores coimeros, que te extorsionan y te amenazan por estupideces, sí. Pero no hay marchas por el crecimiento económico o para reducir el poder de la burocracia.
4. Gritar que Dina es genocida y que hubo una masacre de peruanos no le da agua, electricidad o conectividad al pueblo. Vigilar la corrupción, la inutilidad y la incapacidad de las unidades ejecutoras del Estado, y hacer que trabajen bien, sí. Pero no hay marchas por los servicios públicos.
5. Culpar a Keiko Fujimori, Vladimiro o Fujimori papá, de cualquier problema social no mejora la educación de nuestros niños. Reformar el sistema educativo estatal poniendo en regla a profesores y sindicatos, de modo que sean evaluados, supervisados y capacitados, sí. Pero no hay marchas por la educación.
6. Salir en redes sociales a hablar de terroristas, rojos, comunistas, ultraderechistas y conservadores no combate la anemia ni mejora la salud del pueblo. Reformar el sistema de salud para quitarle burocracia, corrupción, y mejorar la organización de los recursos humanos del sector, sí. Pero no hay marchas por la salud.
Mi primera reflexión: si estas marchas no se organizan, se me ocurren dos posibles razones: la primera y muy triste; porque tenemos dos tipos de peruanos: a) los que tienen que pagar por sus servicios a un privado aunque pagan impuestos para que el Estado se los brinde, y b) los que aceptan resignados lo que les da el Estado aunque sea inaceptable y no pueden luchar contra el monstruo porque no tienen ningún poder frente a la burocracia.
La segunda razón es una más vinculada a nuestra idiosincrasia: Las marchas son irracionales y sentimentales, sin soluciones, solo buscan mover masas pero no proponer soluciones… ¿Por qué no les interesa solucionar problemas de forma eficiente y real?
Porque resulta que todas las acciones que solucionan problemas básicos son impopulares porque implican quitarle grasa, burocracia, consultorías y poder al Estado y a los que maman de él (y los que marchan se benefician de esta mamadera).
Todas las acciones que solucionan problemas básicos son impopulares porque implican enseñarle a la gente una verdad fundamental: TODO CUESTA, NADA ES GRATIS. LOS DERECHOS CUESTAN (y lo contrario es lo que generalmente venden los que marchan).
Y todas las acciones que solucionan problemas básicos son impopulares porque implican cambios, innovación, esfuerzo, estudios, capacitación y ante esto, muchos funcionarios estatales y trabajadores informales se sienten limitados para afrontar el reto (tal como los que lideran las marchas).
Pero lo que no entendemos es que estas soluciones impopulares son la única ruta de cambio que tenemos.
Mientras el populismo de izquierda, ese que goza marchando, siga saturándonos con su discurso de víctimas, opresores, ricos, empresarios capitalistas salvajes, abandono, olvido, desigualdad, y de papá Estado y el rol del Estado y la importancia del Estado, viviremos sin soluciones y destinados al fracaso. Al contrario, toda esta narrativa nos denigra, nos rebaja, y solo fortalece nuestra dimensión humana más precaria, primitiva y básica, esa que no quiere ni competir ni arriesgarse ni ser autónoma, libre, desarrollada.
Romantizar al pobre y a la víctima puede hacer que la gente se sienta bien… Y luego puede hacer que reclamen más subsidios, programas sociales, regalos, exoneraciones, dádivas, premios, documentales, pero no sirve para nada y es absolutamente injusto con los que sí compiten y arriesgan.
Pero así funciona el populismo de izquierda, bajo los principios de la dependencia, el estancamiento, el control del papá Estado y la esclavitud finalmente frente una élite paternalista. El populismo de izquierda funciona generando sentimientos de indignación y empatía en los jóvenes, pero no por las razones correctas ni con soluciones reales. Genera sentimientos para poder convencer y luego tomar el poder, estafando a sus sumisos e ingenuos “indignados”.
Esto es lo que debemos comunicar y evidenciar, porque nadie quiere un país de esclavos dependientes e ignorantes para el futuro. Queremos peruanos libres, competitivos, autónomos y desarrollados, que no necesitan de papá Estado, sino que por el contrario, con cada solo de impuestos que pagan se le plantan en frente y le piden que funcione bien, que funcione perfectamente.
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