El vino es el universo en tu copa
Los tinamúes o Perdices de este lado de América del sur son muy especiales, su registro fósil se remonta a 10 millones de años. Sólo se hacen notar cuando emiten su canto, el cual es inconfundible. Son hermosos y representan años de existencia por este lado del continente.
Don Juan Muñoz Lopez llegó de Andalucía en los años 50 a Mendoza. Su destino era encontrar el terroir digno. Un día buscando elegir el lugar perfecto para sembrar y en un largo caminar se encontró con una tierra sensacional, un cielo abierto y azul fantástico. Un territorio habitado por perdices, aves de bellos plumajes que andan de a tres, inmediatamente lo inspiraron y lo conectó con la viña. En esas largas horas de trabajo en el viñedo día a día se convirtieron en simpáticas compañeras de don Juan.
Sus hijos Nicolás y Carlos, enólogo y gerente de la bodega, decidieron dar un paso más allá y en el 2004 construyen la bodega Las Perdices en la zona de Agrelo, buscando producir grandes vinos de alta gama para el mundo. Buscando innovar y dejar un legado en la historia vinícola Argentina, priorizando el respeto por el medio ambiente y valorando el origen.
Cuentan con más de 60 hectáreas de viña, de más de 30 años de antigüedad, con más de 12 variedades entre tintas y blancas. Una zona muy valorizada por encontrarse a los pies de la cordillera de los andes, a 1030 msnm. Cuenta con una segunda bodega ubicada en Barrancas, Maipú.
En Las Perdices descansan más de 300 barricas entre francesas y americanas, con la última tecnología de punta y logran este vinazo que ya lo puedes encontrar en los mejores restaurantes del Perú.
¨ Como nosotros, las perdices no migran sino que eligen su casa y a base de esfuerzo la hacen su hogar.
Todo lo que aprendimos durante una vida en la viña concluye no sólo en nuestros vinos, sino en aquellos que los beben y nos dejan acercarles parte de nuestra historia.¨
Don Juan Carlos Muñoz
De este Cabernet Sauvignon Reserva Las Perdices, solo se hacen 10000 botellas, es carnoso, sin excesos de fuerza tánica, es redondo o como diríamos güarda el equilibrio soñado en un Cabernet Sauvignon. Más bien no pega, engalana ese terciopelo que refresca y a la vez nutre tus papilas gustativas con ganas de más. Sensaciones a naturaleza, higos dulces, 1 año delicado de barricas francesas y americanas. Lo justo, la sazón perfecta para un vino que deja huella, Las Perdices. 15 grados de alcohol, que ni se sienten. Para los amantes del medio ambiente.
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